Hay días en que me despierto reflexiva; otros, más impulsiva; también los hay en que me despierto con una impulsividad que roza la irracionalidad.
"Hoy" era aún domingo cuando me desperté, después de 45 minutos durmiendo y 2 días con la mujer que me robó el corazón hace ya un tiempo. Tanto domingo como lunes fueron días de los reflexivos, de pensar en muchas cosas y recordar muchas más; era una reflexión agridulce y melancólica, porque, como todo el mundo sabe, los recuerdos más tristes son los felices.
Desde ayer por la noche, sigo reflexiva. Reflexiva hasta el punto de ensimismarme (no, no se dice "enmimismarme") durante todo el día, vagando y divagando entre mis ideas y mis planes. Pensando en el futuro, en el presente... Haciendo cábalas.
Sigo algo rara. Los planteamientos que me he hecho hoy, hace 3 o 4 meses sin irme más lejos, me habrían dado entre miedo y risa (más risa que miedo), si alguien me los hubiese propuesto como míos propios entonces. Pero la vida da vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas... Y no todas en el mismo sentido. La vida es como un giroscopio. Cuando algo fuerza el movimiento fuera del eje de simetría de su movimiento, cambia a una dirección perpendicular, en lugar de seguir el movimiento que podría intuirse de ella... Lo que vengo a decir es que, por mucho que sea "saber popular" aquello de que la vida da vueltas, como la misma Tierra, a diario, no es posible predecir siempre en que dirección va a girar nuestra vida hoy.
Eso mismo me pasó a mí hace unos meses... Que mi vida dio un par de vueltas de campana. Y eso me ha pasado hoy al plantearme cosas que ni siquiera había pensado nunca, de forma seria. Lo que pasa es que estas cosas me asustan... Supongo que es lo que tiene ser un ordenador: que de vez en cuando la fuerza con que los sentimientos irrumpen en la vida me abruma, y me siento tan chiquitita e indefensa ante ellos, tan a su merced, que siento verdadero miedo.
Y es que como alguien me dijo: "Cuando una persona es el amor de la vida de alguien, ese alguien está bien jodido"..., y tan bien jodido; tanto como para dejarlo todo sin pensar.
Dejaré que el giroscopio siga girando, que los dados vuelen, boten y rueden, que las cartas se descubran... Que el azar sea la guía. Pero si me mareo de tanta vuelta, decidiré yo... Y será mi corazón quien hable.
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