Según el Diccionario de la Real Academia, la palabra imposible define algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser, o suceder; e improbable como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente.
Los sueños, el amor, la esperanza, los planes... No siempre se basan en razones prudentes, por eso me gusta hablar siempre de cosas improbables, y dejar los imposibles para las definiciones teóricas. Si tenemos en cuenta que cualquier, sí, CUALQUIER, cosa que imaginemos, podría suceder, la palabra imposible queda con un significado meramente teórico y literario.
Pongamos, como ejemplo, el 12 a 1 de España contra Malta para la clasificación a la Eurocopa del 84... No nos valía una victoria, sino una victoria con una diferencia en el Goal Average de 11 goles o más. Parecía IMPOSIBLE, sin embargo, sólo era IMPROBABLE..., y pasó. (De igual forma yo cogí cierto autobús un 10 de octubre, aunque parecía prácticamente imposible... Lo cogí). Igual que este ejemplo hay miles: parecía imposible que el hombre pudiese volar, y ahora volamos de 200 en 200; parecía imposible que algún día pudiésemos ver la cara de quien extrañamos a 1000 kilómetros casi a tiempo real, y lo hacemos todos los días; parecía imposible que España por fin pasase de cuartos y ganase el mundial, y lo hizo; parecía imposible ver a un negro en el Despacho Oval de la Casa Blanca, y Obama hizo ayer 2 años como Presidente electo de los EE.UU (como predijese Robert F. Kennedy en 1968)...
Como decía antes, cualquier cosa puede suceder. Incluso es posible que tirando las llaves al aire, una de las veces, en vez de caerte en la mano (o al suelo), el manojo cambie de dimensión (teniendo en cuenta la teoría de supercuerdas y la de los agujeros de gusano, que postulan más de 3 dimensiones en el espacio; obviamente, si no aceptamos más dimensiones, es imposible físicamente el cambio, y este sí es un imposible de verdad). Y es que aquello que hemos reproducido, por azar o por lo que sea, en nuestra imaginación alguna vez puede reproducirse de igual forma en la realidad física que nos envuelve.
Así que yo me aferro a la improbabilidad, como gran soñadora que soy (a pesar de esa mente científica, y, por tanto, realista, que habita en mi cerebro), para hacer frente día a día al mundo y la realidad, que se empeñan en intentar pisar mis ilusiones y mis propósitos.
No puedo evitar, a veces, ser un poco irracional y dejarme guiar por improbables. Qué le voy a hacer si "yooo soy rebeeelde porque el mundo me hizo asíiii...". Porque... Con la ingeniería genética, ¿quién no cree en sirenas?
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