Ayer, hablando con Aitana (te dije que haría esta entrada, y aquí está) llegamos a la conclusión de que hay 2 tipos de personas: aquellas a las que la vida no les da hostias, sino palizas, y aquellas otras a las que la vida les sonríe siempre que se la cruzan, y hasta les guiña el ojo.
Y después estoy yo, que la vida me sonríe, me guiña el ojo y me saca la lengua, justo antes de engancharme un directo en la mandíbula.
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