Distinguido Señor Rajoy,

Porque me niego a tratarlo como "querido" o "estimado" cuando no hay nada más lejano a la realidad.

Me dirijo a usted como individuo, como persona, como española (mal que me pese), no como miembro ni representante del colectivo LGTBI. Y lo que aquí expreso es única y exclusivamente mi opinión, tan válida como la de cualquier otro, incluido usted, aunque según quién le quiera considerar en algún modo superior a mí o a cualquier otro miembro del "vulgo".

Le escribo, y puede considerarme osada, porque tengo la oportunidad, y sólo por eso, no porque crea que a usted le importa comino y medio lo que yo pueda decir o no. Le escribo como ciudadana del país libre y democrático en que resido, su tan amada España. Democracia, gran término para una grandísima mentira.

Supuestamente, el pueblo tenemos el poder, ¿verdad? Ya lo dice el Artículo 1.2. de la Constitución española vigente:
La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
Y nosotros, crédulos como Cándido, nos lo creemos, pese a Ley o Sistema (más correctamente) d'Hondt que rige nuestro sistema electoral, y a la división desigual de escaños por autonomías, que otorgan un mayor o menor peso electoral al voto de un ciudadano según su lugar de residencia.

Entre usted y yo, sabemos que es fácil hacernos creer que somos culpables de nuestros propios males, de las idas y venidas de la economía, de los problemas de la educación y la sanidad (no hay médicos, pero, sin embargo, no se aumenta la oferta de plazas de Medicina; las aulas están superpobladas, pero nos gastamos 5000€ en un sillón de Consellería en lugar de invertir en construir una nueva escuela), etc.; cuando, usted y yo, de nuevo, sabemos que no es así.

Aunque he de darles la razón: el culpable es el pueblo sumiso que gobiernan, que apenas si se queja cuando se ve con el agua no ya al cuello, sino rozando el labio superior, y eso estando de puntillas. La culpa es, en gran parte, nuestra, por permitirles hacer y deshacer a su gusto sin más, porque, claro... "Nosotros les hemos ELEGIDO". (Algún día haré una reflexión sobre la exclusión de las minorías representativas en el sistema electoral español).

Me centro, que la política me indigna, y yo indignada me vuelvo un poco verborreica.

Podría haberle escrito esto hace días, cuando hizo usted sus "peliagudas" declaraciones en un periódico nacional sobre el matrimonio homosexual. Como era de esperar, no tardó usted en hacer caso a sus asesores y recular un poquito para no caer de cabeza en la tumba que estaba usted a medio cavar.

Le creía más inteligente, con eso de que ostenta usted el "título" de Registrador de la Propiedad más joven de España. De acuerdo, el Tribunal Constitucional aún no ha hecho su resolución sobre el recurso que ustedes presentaran hace ya nada más y nada menos que 5 años. Sin embargo, la Carta Magna reza en su Artículo 14:
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. 
Asimismo, el Código Civil sí está reformado, y ya incluye en su texto:
 El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio conforme a las disposiciones de este Código. 
El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo. 
En una encuesta realizada, alrededor de dos tercios de la población encuestada apoyaba, activa o pasivamente, el matrimonio homosexual.

Si usted, como dice, apoya la unión de parejas del mismo sexo, y el único problema es la denominación, dígame, ¿cuál es su propuesta? No puede apostar por la unión de hecho, porque igualmente se dan uniones de hecho entre personas indistintamente sean del mismo sexo o no entre personas que, no obstante, no quieren estar casadas. Me salto la invenciones lingüísticas como he oído algunas, tipo "gaymonio" y estupideces similares, porque, como le digo, le considero algo inteligente. Digamos que, teniendo en cuenta su afición al término matrimonio tradicional, opte su gobierno por etiquetar el nuestro como matrimonio NO TRADICIONAL.

¿Seríamos consideradas, entonces, familias no tradicionales a todos los efectos? ¿Mis hijos, que podrían no ser adoptados, sino fecundados in vitro, y que, por tanto, se gestarían en mi seno y nacerían por salva sea la parte de mi anatomía; serían entonces hijos no tradicionales?

Éste (lo tildo, que hasta el 28 no se decide la ratificación de la nueva Ortografía) es un problema común y habitual en su partido. Ven ustedes problemas hasta donde no los hay, realmente, y, pese a jactarse, y muy ruidosamente, de la cantidad de soluciones e ideas para solventarlos de forma eficaz que tienen en su haber, nadie las ha visto. Salvo, obviamente, la gente de su partido.

Habría sido muy fácil escribirle una carta como esta el mismo día en que me indignaban sus declaraciones en el periódico. Habría sido fácil también hacer leña del árbol caído, y reírme en sus narices de cómo Esperanza Aguirre demostraba su mayor "inteligencia política", o el mismo Alberto Ruiz Gallardón, al no posicionarse de forma tan radical como la suya contra el matrimonio gay; demostrando, una vez más, que no consigue usted "gobernar" ni siquiera a los "suyos".

Sin embargo, al igual que usted ha esperado 5 años, nada más y nada menos, para hacer unas declaraciones de este calibre sobre el tema que tratamos, yo he preferido ver cómo se desarrollaban los acontecimientos un poquito antes de escribirle.

Dijo usted, aunque ahora haya hecho una retracción (en apariencia) sobre sus declaraciones, que dijera lo que dijera el Tribunal Constitucional, o sea, la CONSTITUCIÓN, sobre el matrimonio homosexual, usted ignoraría esta decisión y seguiría condenando el matrimonio homosexual. La Constitución, por si usted, Licenciado en Derecho desde el mismo año en que se ratificó la Carta Magna, no lo sabe, es la PRIMERA LEY de nuestro Estado de Derecho. Y saltarse la ley, Señor Rajoy, es DELITO.

Si bien ahora donde dijo "digo" dice "Diego", y nos informa de su intención de esperar a la decisión del Tribunal Constitucional para inclinarse a una u otra postura frente a las uniones homosexuales, su mensaje, Señor Rajoy, ha quedado bien claro ante todos: al más mínimo atisbo de tener el poder en sus manos, no puede evitar atentar contra el Estado de Bienestar, o hacer manifiestas sus intenciones de hacerlo, como es el caso.

Y no voy a caer en comentarios jactanciosos sobre su matrimonio tardío con doña Elvira, y los tan aireados rumores sobre su sexualidad. Porque no me los creo, en primer lugar; y porque no los necesito, en segundo. Ya se deja usted bastante en evidencia solito como para que precise yo emplear ataques personales contra usted.

No sólo deja usted caer perlas en cuando a los homosexuales, no, Señor Rajoy. También defiende una Sanidad privatizada. Al igual que una Educación de gestión privada y el encargo a empresas particulares de la aplicación directa de la Ley de Dependencia [Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia y a las familias], que ahora depende de las Autonomías.

Y yo, sinceramente, porque hablo siempre sin necesidad moral de reprimir ningún comentario que me apetezca hacer (¡mire, Señor Rajoy, como usted!), me asombro de cómo la gente normal puede votar al Partido Popular, del que es usted Presidente. Me asombro no, es que me deja atónita. Me deja atónita, anonadada y "ojiplática", el hecho de que alguien sea capaz de dar su voto a alguien que ya antes de conseguir el poder deja entrever que su gestión va a ser CONTRA el pueblo. Si bien, cómo no, dejarán la economía muy saneada tras su paso por el Gobierno, si éste se llega a producir, pues es característica principal de su discurso el continuo de alardes a su futurible gestión económica.

Con el corazón en el pecho (al lado izquierdo, cómo no, y bombeando sangre roja), y no en el puño, le digo una cosa a usted y a cada persona que le vota: quiérase un poco. A usted le digo, además, que si pretende ganar las elecciones con un programa electoral cuyos pilares sean los que publica últimamente, cómprese un buen cojín para el asiento de la Calle Génova, porque La Moncloa se la veo un poco más de lejos... A sus votantes (aquellos que ya le han votado alguna vez, a los que van a hacerlo por hache y por be, y a los que se lo plantean) les digo que, como ya dijera a finales del siglo XVIII el señor Joseph de Maistre:
Cada pueblo TIENE el Gobierno que se MERECE.
Y si ustedes quieren un papanatas sin capacidad de mando al frente de su gobierno... Están de suerte:
¡voten a Mariano Rajoy!

Retomo la conversación con usted, Señor Rajoy, y le repito lo que le dije antes: quiérase un poco. ¿Sabe usted lo que dicen de que se hace camino al andar? Pues sepa que puede volver atrás en su camino, pero el camino queda hecho... Vamos, que no se puede desandar lo andado. Lo que diga hoy, mañana seguirá resonando en las mentes de millones de personas en todo el mundo, y en nuestro país especialmente.

Vivimos en tiempos de cambio, le pese a quien le pese. Y estos cambios no se producen de manera secuencial, uno a uno, espaciaditos en el tiempo para que les dé a ustedes tiempo a reaccionar de forma meditada ante ellos. No se aferre a tradicionalismos inútiles sólo por conseguir votos. Craso error, no lo cometa. Sea valiente por una puñetera vez en su vida (hablando mal y pronto, discúlpeme) y atrévase a crear una tradición de progreso, como la sociedad requiere hoy en día.

Y, sin ninguna pretensión de amenaza por mi parte, tenga usted por seguro que, si intenta llevar a cabo las reformas que pretende, el pueblo, o, al menos, parte de él, no va a sentarse con una bolsa de palomitas a esperar que destruya a placer los derechos por los que ha luchado durante no semanas o meses, sino siglos enteros. Torres más altas habrán caído, Señor Rajoy, que le quede claro. Y no todas las derribaron ejércitos, ni religiosos exaltados... Todas, Señor Rajoy, todas, por activa o por pasiva, las derribaron PERSONAS.

Tenga usted una muy buena noche, aunque ya siendo las 6 menos 20 de la madrugada, mejor le deseo un buen día.

                         Atentamente, y no espere nunca que suya,

                                                        María Pérez Sarmiento.

2 comentarios:

Varinia dijo...

Buenísimo, para quitarse el sombrero.
He tenido estómago para leerlo entero y encima me he quedado con ganas de más.Totalmente de acuerdo con tus palabras, gracias por compartirlas.

Saludos... Varinia


P.D Si te responde no dudes en subirlo, jejeje.

Anónimo dijo...

AMEN