La RAE recula.

Ayer, día 28 de noviembre, aparte de las elecciones catalanas, se votaba en Guadalajara, México, la aprobación de la reforma y reedición de la Ortografía de la Lengua Española que se había propuesto para el nuevo manual cuyo lanzamiento está previsto para finales de este mismo año.

Dado el revuelo que se formó en su día con las nuevas "normas", la RAE recuerda que son sólo recomendaciones en pro de la unidad de la lengua, para evitar la dicotomía de la ortografía del castellano como ya pasase en su día con las ortografías del portugués de Portugal y del de Brasil.

Con esto nos dicen que nos dejan a nosotros, los hablantes y "usuarios de la lengua", la elección final sobre si tildar o no los demostrativos y el adverbio sólo (solamente), el llamar "i griega" o "ye" a la Y; "be larga" y "be corta", o simplemente "be" y "uve", a la B y la V, y la posibilidad de acentuar algunos monosílabos dada su pronunciación (por mucho que en Juan y en guión existan 2 diptongos, yo, al menos, no pronuncio igual un diptongo y el otro) y su escritura tradicional.

Así pues, la revolucionaria reforma de la Ortografía queda en un cambio a medias y en un puñado más de recomendaciones que no son norma, como era de esperar. No puede una institución, por muy institución que sea, cambiar una lengua y a sus hablantes para conseguir una unidad léxica y ortográfica, y menos en una lengua tan diversificada como lo es el castellano.

Al fin y al cabo, la RAE es una institución lingüística, pero sus normas no son norma general... Quiero decir, no son ley. Nosotros  hacemos caso a sus manuales y sus recomendaciones, en la mayoría de los casos, porque es una manera de simplificar la comunicación entre todos, pero, repito, no son ley, sino sólo eso, recomendaciones.

Igualmente, yo pienso seguir tildándolo todo, y llamando "i griega" a la Y, "be" a la B y "uve" a la V. Que por algo me lo enseñaron así en la escuela, vaya.

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