No sé si al resto os pasa, pero a mí sí.
Llega un día incierto a lo largo de tu vida, en que te planteaste quién y cómo eras, talvez de forma inconsciente, y llegaste a ciertas conclusiones, como que ya eras alguien maduro y razonable, que tenías unos principios concretos, que creías en ciertas cosas, que había otras tantas en que no creías, que aún era pronto para plantearse ciertas cuestiones, y que ya era tarde para solventar aquellos errores del pasado que entonces te reportaban consecuencias indeseadas.
Bueno... Pues llega otro día, tampoco concreto, y conoces a alguien. Sea este alguien un hombre o una mujer, un amigo, una profesora, el padre de tu cuñado, o quien quiera ser, no necesariamente tiene por qué ser esa persona que te hace sentir lo que crees es amor o algo que se le asemeja. Es una persona X, o varias, a la que quieres demostrar tanto, que te bloqueas y no eres capaz de llevar a cabo tu "exhibición" tal y como la planeaste (repito, quizás inconscientemente).
Y es así como llegamos al punto del que habla el título del post: dado que no somos capaces de demostrar realmente cómo somos, cuántas cosas interesantes aún no han descubierto de nosotros, de demostrar que "estamos a la altura"... Dado que no somos capaces de hacerlo, nos frustramos, y lo volvemos a intentar; que por intentar no quede, hombre. Se comienza así una curiosa cadena de encuentros "fortuitos" (la mayoría de las veces sí lo son, pero otras... bueno... digamos que a veces el destino necesita un empujón) en que dicha persona X se comporta como de costumbre con nosotros, y nosotros, nerviosos hasta el punto de asemejar el trocito de gelatina del anuncio de Royal antes de que el niño la absorba de tanto temblar (a veces sólo temblamos por dentro, no tiene por qué ser un temblor notorio en el exterior, es más una metáfora), repetimos el comportamiento que estamos intentando evitar, con todos esos odiosos titubeos, los silencios que se nos hacen incómodos, el pensar "seguro que tengo cara de bobo ahora mismo" mientras nos hablan, y luego quedar como un bobo realmente porque entre cavilaciones nos perdimos aquello que nos explicaba X, y un largo etcétera de detalles que hacen que te sientas la persona más imbécil que haya paseado por el mundo.
¿Y se limita esto a los encuentros físicos (joder, qué mal suena...)? Me refiero a encuentros personales... (U_U') Bueno, joder, cuando te cruzas con alguien en persona... Pues no, de todas formas. Esto no acaba ahí, no... Aquí también entran los "Hola Hola ¿Quétal? Muybien,gracias. ¿Ytú? Muybientambién. Mealegro. Yyoporti. ¿Qué haces? Nada,¿ytú? Nadatampoco. Ahm.¿Quétecuentas? Nada,¿tú? Nadatampoco. - fin de la conversación", los mensajes estúpidos que no dicen nada, los mensajes que sí dicen algo y que a veces desearíamos no haber enviado porque luego te sientes aún más imbécil al no tener contestación, los mails quijóticos en que no dices nada...
En fin...Aunque según la relación que tengamos con X las situaciones que se dan pueden variar, y sin quitar méritos a todas esas situaciones, el colmo, sin duda alguna, se lo llevan las declaraciones sin respuesta... ¿O no tengo razón?
Imagínate lo siguiente... (Pocas veces se desarrolla, en nuestros tiempos, y si lo hace suele ser por msn)
Tú estás nervioso perdido, la boca se te reseca un poco, te entra calor, te equivocas en el teclado/tartamudeas/pronuncias mal/dices cosas que piensas y no deberías decir para no dejarte en evidencia, te sudan las manos... Y dices algo, algo que en tu cabeza sonaba fantabuloso y estupentástico, y que antes de decirlo, también en tu cabeza, sonaba como algo que podría hacer que cayera a tus pies hasta el más pintado; y que una vez dicho te hace plantearte de nuevo si alguien puede ser más imbécil que tú, sobre todo si la otra parte no te dice nada pasados 10 o 15 segundos, que para ti son eones... C'est pas vrai?
Hoy brindo por aquellos que nos sentimos como completos imbéciles ocasionalmente.
2 comentarios:
Santé!
jajaja me gusta, a tu salud :)
Publicar un comentario