Me levanto, cojo un batido (de los de los niños, con cosas para crecer y hacerte listo, jajajaja), un croissant y una naranja. Vuelvo a la habitación. Recuerdo que se me ha olvidado encender el calentador. Enciendo el calentador, vuelvo a irme a la habitación y me meto en la cama de nuevo. Se está calentita aquí. Va siendo hora de dejar los pantalones cortos en el cajón y empezar a utilizar los pijamas para andar por casa. Abro y leo un par de periódicos en internet. Hago una lista de reproducción de música. La pongo. Elijo qué ropa ponerme y la preparo para llevármela al baño. Cojo los calcetines, que se me olvidaban, como todos los días. Voy al baño. Me ducho. Hace frío al salir de debajo del agua. Me pongo el pelo de punta mientras me seco. Me planteo dejármelo así. Pienso que parezco algo extraño, y me peino (o sea, me paso la mano agachándolo). Me visto. Vuelvo a la habitación. Me pongo los deportivos mientras apago el portátil. Comienza la rutina.
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