Todo.

Llevo esta noche yo qué sé ya cuántos tequilas, 3 cervezas y 2 batidos de los de nenes, para crecer (no me queda cerveza y no quiero más tequila, que ya me da angustia). Y habría bebido más de haber tenido más estómago, pero no lo tengo. Lo único que tengo son ganas de dormir, y de olvidar. Diría que también ganas de llorar... Pero es que ya llevo horas llorando. Me estoy sorprendiendo de ser capaz de escribir sin faltas e ir hilando palabras conforme voy.

Odio San Valentín. No me ha gustado nunca, igual que las Navidades, porque son fechas hipócritas en que todo el mundo actúa y se vende al consumismo más puro, pero bueno, hasta hace poco, hasta lo celebraba. Hace 3 años, lo dejé con un chico el día de San Valentín. El año pasado, la chica que me obsesionaba me dejó un 14 de febrero. Hoy (sé que saldrá en el 15, pero es que son las 4 de la madrugada) puedo decir que siento que me hubieran arrancado el corazón y el alma, y las ganas de sonreír, en el supuesto día de los enamorados.

 Hace ya... unas 7 horas.

De esas 7 horas, 6 he estado hablando contigo, intentando contener el llanto y las ganas de irme corriendo al mismo Donosti, en pijama (si se puede llamar pijama a unas bragas y unos calcetines). La otra hora y cuarto la he pasado llorando a mares, rabiando por la puta mandíbula, apretando los dientes, con el consecuente aumento del dolor de la mandíbula, escuchando música "corta-venas", martirizándome con cada palabra fuera de lugar que te he dicho alguna vez, atormentándome con culpas que no tengo, ni tienes, ni existen.

Que no es definitivo, bueno. Que es lo más cabal, no lo dudo. Que es lo lógico, lo que deberíamos haber hecho hace mucho, lo que tenía que pasar, no lo cuestiono. Que es lo último que desearía en el mundo, tenlo por seguro, y no lo dudes un instante.

De entre todas las canciones deprimentes del mundo, si hay una que para mí es predilecta es...
(Redoble cutre de tambores, acompañando el patetismo que me rodea esta noche)



Dejaría todo, de Chayanne. Pero es que me siento así. Hoy sí me siento así, de verdad. Siento como si mi cuerpo estuviera aquí, mi corazón en Donostia y mi mente en un lugar remoto (aunque teniendo en cuenta la velocidad a la que pienso, parece que haya tomado tripis). Me siento hundida, vacía, rota. Me siento desolada, realmente. Me duele el pecho, no soy capaz de pasar más de minuto y medio sin llorar a lágrima viva, y hace mucho que no se me desempañan los ojos.

Me doy pena, cada vez que voy al baño y me veo en el espejo. Además estoy demasiado delgada. Y me veo el trasquilón encima de la patilla derecha. Tengo esa belleza romántica desarraigada, salvaje, dramática... Sigo siendo orgullosa, aunque esté jodida, ¿vale? Además, me gustaría saber de qué hostias sirve ser una mente privilegiada, ser simpatiquísimo, tener una cara preciosa o un cuerpo divino, cuando la única persona que quieres que piense en ti, lo único que quiere hacer es olvidarte, o intentarlo.

Estoy divagando, lo sé. Me da igual.

Sólo quiero volver a despertarme hoy, que sean las 6 menos cuarto, salir a correr, volver a casa. Mandarte un mensaje, como hoy no hice. Talvez llamarte, como tampoco hice. Y darte los buenos días. Y decirte que estoy deseando que llegue el fin de semana para estar contigo. Y recordarte que te quiero, que estoy loca por ti, que me muero por tus huesos. Recordarte que eres mi vida... Como si eso fuera a cambiar algo.

Sé que no soy perfecta, ni de lejos. Que, aunque me joda, soy normal, mediocre, como todo el mundo. Que hay que tenerlos grandes y en su sitio para aguantarme, muchas veces. Que tengo más defectos que virtudes, y más importantes. Sé que esto resulta patético, y que me va a doler en el orgullo durante mucho tiempo. Pero también sé que no me duele hacerlo si es por ti.

Sé que no me crees, y sé que esto va a doler a alguien, o "álguienes". Lo siento... Lo siento de verdad. Soy una inconsciente, una imbécil, una inmadura, una cría, una bala perdida. Que no soy la hija que mis padres podrían desear, en suma. Sé que puede que esto sea un error. Sé que puedo arriesgarlo todo, y perderlo. Pero prefiero pensar que puedo ganar. Ya ves... Siempre tan pesimista, y ahora sale mi optimismo a relucir, el muy cabrón.

Porque talvez para ti no sean nada, no importen, o sí, pero poco. Pero para mí, los sentimientos son de las cosas más importantes del mundo. Talvez sea más importante, tienes razón, llevar el pan a casa y pagar las facturas cada mes. O, en mi caso, formarse para hacerlo. Pero bueno... Yo soy yo. Y mi orden de prioridades es el que es.

No miento, ni me flaquea la entereza al decir que lo dejaría todo por ti, si me lo pidieras. Sé que no me lo vas a pedir, pero lo haría. Pensaba que podría posponerlo, que, bueno, cuando acabe la carrera, que, bueno, hago en 3º la Séneca en Leioa. Pero no puedo. No puedo. No puedo soportar perderte.


Pero te juro, Lourdes, que haría cualquier cosa por ti. Cualquier cosa. Y si tú estás ya cansada de luchar en esta vida, amor, yo acabo de salir a la arena... A mí, los leones, que vengo con ganas de dar guerra. No tengo miedo. No a tu lado.

Que puede que pierda cosas, lo sé. Que me dolería muchísimo, también lo sé... Pero más me duele pensar que te pierdo, y sentir que te alejas. Se me encoge el corazón en el pecho, si es que aún sigue ahí. Me noto el latir de la sangre en las sienes y lo escucho en el oído interno. La mandíbula cada vez me duele más. Siento que me voy a acabar deshidratando de tanto llorar. Me tiemblan las manos y las piernas. Estoy tiritando, pero sólo quiero pasar frío. El frío me recuerda que sigo viva, y que la vida es dura. Siento la cabeza como una olla hirviendo, con miles de ideas y pensamientos que surgen y explotan ahí dentro, y mil recuerdos que cimbrean por mi mente. Siento la necesidad de gritar, o saltar, o correr, o darle una hostia a una puerta. De desfogarme de golpe. Pero no puedo.

Llevo una hora escribiendo, borrando, escribiendo, borrando. Mil cosas que querría decirte. Mil cosas que tendrías que saber. Mil cosas que soy tan cobarde que guardaré en mi puñetera cabeza, como siempre. Porque puedo ser muy valiente, muy "echada para delante", muy impetuosa... Pero no contigo. Contigo sólo me siento vulnerable. Vulnerable, apocada y pequeña.

Sólo sé que lo dejaría todo por ti, porque te quedaras, por estar a tu lado. Lo dejaría todo, me iría a vivir contigo, cambiaría de universidad, haría viajes de 11 horas para ver a los míos. Lo dejaría todo, y de buen gusto, por estar contigo.

Porque te quiero lo indecible, y no sé cómo expresarlo. Porque eres mi vida, lo eres, lo quieras o no creer, y lo quiera o no creer el resto del mundo. Porque sí, Lourdes.  Porque no me importa parecer patética, o inconsciente, o como me quieran juzgar. Porque no imagino mi vida sin ti. Sólo veo un gris sempiterno, omnipresente, agobiante y envolvente, inundando cada resquicio de mi vida.

Y no quiero eso para mí. Para mí, lo único que quiero, lo único que necesito... Es a ti.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola María. Te sigo, pero nunca te he escrito. Hoy tengo que hacerlo. Seguro que tienes a mucha gente que te apoya,pero bueno, una personita más no viene mal. No eres patética. Quítate eso de la cabeza. Muy poca gente es capaz de dar más importancia a sus sentimientos que a su razón. Es difícil, porque siempre te la juegas. Y aunque estés hoy o durante no sé cuántos días jodida, te aseguro que vale más la pena vivir así que de otra manera. Te escribiría muchas más cosas, pero no es cuestión. Sólo una más: el mundo no se acaba y si se va o esto no sale para adelante es, simplemente, porque no era la persona adecuada. El sol sale todos los días. No te canses de luchar, aunque hoy estés derrotada. Y no te pases con el tequila....
Un abrazo enorme......¿te llegó?
Mucha suerte.

Anónimo dijo...

olé.
La enana*

Te diría algo más, pero... no puedo. solo una cosa; deja de llorar, enana. Eres increíble.

Andrea dijo...

María, una piedra así de grande como describes no se aparta del camino fácilmente, estamos de acuerdo, pero día a día verás salir el sol, te colmarán de sonrisas y abrazos esos que tanto te quieren, y aunque ese clavo ardiendo que llevas en el corazón te repita que no tienes derecho a ser feliz, poco a poco, con la lluvia y con el frío que todavía nos queda por pasar, se irá enfriando, y por último, verás también cómo esa gran piedra en tu camino se va apartando sola, sin que siquiera seas tú quien la quita. Se apartará sola.

Quiero dedicarte una de esas sonrisas, María. Y si de vez en cuando el tequila ayuda..:no lo descartes.

Andrea