Puedo decir orgullosa (los motivos pueden parecer o no válidos a ojos de quién sea, pero así es) que tengo algo así como 3 "hombres de mi vida". Los tres han representado papeles importantísimos en mi vida, en mi desarrollo, en mi crecimiento y mi formación.
El más importante, por ser su papel el más notorio, es, obviamente, mi padre.
Mi padre y mi madre me dieron la vida, y a ellos se la debo. Tal vez por eso, y pese a las críticas que le llueven de unos y otros, y que comprendo en muchos casos, adoro a mi padre. Tiene sus defectos y el que sea mi padre no se los quita, pero mi amor por él es prácticamente incondicional. Haga lo que haga, y como lo haga, lo quiero. A él le debo mi interés por los idiomas, mi espíritu libre y mi "culo inquieto". A su familia el interés por la pintura y el arte. También mi pasión por los deportes, y por la naturaleza. A mis padres les debo mucho, muchísimo, por ser modelos a seguir a veces y advertencias de las consecuencias de mis actos en otros. Él, para mí, era como Superman, pero más fuerte, rápido y astuto; era sólo la imagen que tenía de él, pero me hizo feliz durante mucho tiempo pensarle así.
Siempre me dicen que me parezco mucho a él, y me gusta, parecerme y que me lo digan. Porque él es un hombre muy guapo, y eso significa que yo lo soy :), y porque sé de dónde vengo.
De mi padre recuerdo muchas cosas, no todas buenas, pero sí muchas. Cuando dormía la siesta, siendo muy pequeñita, encima de él en el sofá; los viajes que hemos hecho juntos, el que me subiese a hombros e hiciese como que iba a caerme, las pedorretas en la barriga cuando nos arropaba por las noches, el día que me tiré a la piscina sin manguitos y aprendí forzosamente a nadar... Imágenes, como diapositivas, como spots de mi vida, que pasan por mi mente cuando pienso en él. Pese a los enfados de una y otra parte que hemos tenido a lo largo de los años, cuando pienso en mi padre siempre lo hago con cariño.
Hace un par de semanas estuve con mi hermana en una asamblea sobre el medio ambiente. Él, junto con otros vecinos de La Murada, su pueblo, ha creado una asociación de afectados por temas de enterramientos ilegales de basura en fincas privadas (un día hablaré de esto). Escucharlo hablar me hizo sentir muy orgullosa de él, máxime cuando lo hace sin ánimo de lucro, ya que todo el curro que eso le lleva lo hace por la causa, sin beneficio. Me invitó a hablar, dándome pie con un "si alguien quiere hablar luego sobre este tema... (bacterias aerófilas)", sobre lo que conozco, demostrando mis conocimientos e hinchiéndolo de orgullo. Me encantó cómo me sentí en ese momento, esa conexión con él entre iguales, al mismo nivel, entre adultos. Me hizo sentir una nueva faceta de nuestra relación que nunca había contemplado.
Podría escribir algo muy emotivo con las cosas que por él siento, los pensamientos que me suscita... Algo como un poema, pero en prosa; pero no lo haré. A ambos nos cuesta abrirnos en ese sentido, pero creo que cuando nos miramos a los ojos, papá, ya está todo dicho.
El segundo es mi abuelo.
Por mi tamaño, creo que el verano de 1993 |
Siempre me dicen que me parezco mucho a él, y me gusta, parecerme y que me lo digan. Porque él es un hombre muy guapo, y eso significa que yo lo soy :), y porque sé de dónde vengo.
De mi padre recuerdo muchas cosas, no todas buenas, pero sí muchas. Cuando dormía la siesta, siendo muy pequeñita, encima de él en el sofá; los viajes que hemos hecho juntos, el que me subiese a hombros e hiciese como que iba a caerme, las pedorretas en la barriga cuando nos arropaba por las noches, el día que me tiré a la piscina sin manguitos y aprendí forzosamente a nadar... Imágenes, como diapositivas, como spots de mi vida, que pasan por mi mente cuando pienso en él. Pese a los enfados de una y otra parte que hemos tenido a lo largo de los años, cuando pienso en mi padre siempre lo hago con cariño.
Hace un par de semanas estuve con mi hermana en una asamblea sobre el medio ambiente. Él, junto con otros vecinos de La Murada, su pueblo, ha creado una asociación de afectados por temas de enterramientos ilegales de basura en fincas privadas (un día hablaré de esto). Escucharlo hablar me hizo sentir muy orgullosa de él, máxime cuando lo hace sin ánimo de lucro, ya que todo el curro que eso le lleva lo hace por la causa, sin beneficio. Me invitó a hablar, dándome pie con un "si alguien quiere hablar luego sobre este tema... (bacterias aerófilas)", sobre lo que conozco, demostrando mis conocimientos e hinchiéndolo de orgullo. Me encantó cómo me sentí en ese momento, esa conexión con él entre iguales, al mismo nivel, entre adultos. Me hizo sentir una nueva faceta de nuestra relación que nunca había contemplado.
Podría escribir algo muy emotivo con las cosas que por él siento, los pensamientos que me suscita... Algo como un poema, pero en prosa; pero no lo haré. A ambos nos cuesta abrirnos en ese sentido, pero creo que cuando nos miramos a los ojos, papá, ya está todo dicho.
El segundo es mi abuelo.
Mis padres se separaron teniendo mi hermana y yo tres añitos, más o menos. Siempre hemos vivido con mi madre, en Dolores (mi pueblo), y, allí, con toda la familia materna: abuelos, tíos y primos. Mi madre trabajaba a turnos en el Hospital, y a veces tenía guardias nocturnas o turnos de 24 horas. Esos días nosotras los pasábamos en casa de mis abuelos. Mi madre nos dejaba allí sabiendo que no íbamos a estar mejor en ningún otro sitio. Mi abuela siempre se deshacía en atenciones, cosa que sigue haciendo, y mimos, mientras que mi abuelo siempre ha sido más arisco, por decirlo de alguna manera.
Cuando era pequeña siempre veía a mi abuelo como alguien autoritario, duro, algo cascarrabias. Mi madre nos cuenta que de niñas, mi hermana y yo le decíamos "Mamá, ¿el abuelo no nos quiere? No nos da besos en la cara, nos los da sólo en la frente". No era así, pero eso lo supe después, siendo ya más mayor, cuando mi abuela me dijo que los días que dormíamos allí, mi abuelo se despertaba a ratos y se sentaba en la habitación, entre la cama de mi hermana y la mía, nos decía cuánto nos quería y nos daba un beso a cada una, con cuidado de no despertarnos.
Él fue quien me enseñó a jugar al ajedrez, a las cartas. El que me inculcó la importancia de los valores y el respeto a los otros. Él, que antes era ese hombre duro (en mi mente) como el acero, ahora casi necesita babero cuando nos oye hablar de la universidad a mi hermana o a mí; no deja que otro se siente a su lado en Nochebuena, porque ése es mi sitio, y nos pasamos la cena riéndonos entre nosotros.
Ahora, que ya es más mayor, sí me deja darle besos, y abrazos, y casi me los pide con esos ojillos brillantes cuando me ve entrar en su casa. Me llama vasca porque me vine a vivir a Bilbao, y él tuvo claro desde el principio que aunque le doliese tenerme lejos, si era por mi futuro, estaba bien. No lloró nunca porque me fuera: sabía que cuando volviese él sería el primero en oírme qué tal había ido todo, y qué nuevos proyectos hay en mi trabajo. Lo quiero, diría que sin condiciones ni peros, pero es que no los hay, así que huelga decirlo. Siempre, cuando hablo de él con gente que no lo conoce, digo "Tendrías que conocer a mi abuelo... Todo el mundo tendría que conocerlos, a él y a mi abuela". Lo quiero tanto que no encuentro la manera de explicároslo y que sea real.
El tercero, y que tal vez alguno piense que no tengo razones, es Paco, la pareja de mi madre hace ya casi 11 años.
Tardamos unos 2 años o 3 en conocerlo y reconocerlo como el novio de mi madre. Él era la risa grave que a veces subía por la escalera cuando mi madre invitaba a algunos amigos a cenar en casa, con un coro de risas más débiles detrás; pero no lo habíamos visto, siquiera.
Es un hombre bueno, muy bueno. De esos que ya apenas quedan. Generoso, sincero, de principios firmes e ideas claras. Se conoce bien, sabe sus virtudes y defectos, y dónde están sus límites (aunque saltase la acequia para ir a por limones y eso le revelase otro límite más, jajajajaja). Es un hombre en el que se puede confiar, y en el que confío plenamente. No tiene un título universitario, y sin embargo es mucho más inteligente de lo que muchos titulados son; a él la vida no se la enseñaron en libros, sino con hechos. Es otro de los alumnos de la "Universidad de la Vida".
Tengo la suerte de poder hablar de sus hijos como mis hermanos, y quererlos como tales.
Recuerdo que al principio recelaba un poco de él. Era una niña, y veía como una amenaza a la figura de mi padre la aparición de Paco en mi vida. No fue así. Jamás. Siempre ha tenido claro cuál es su relación conmigo y mi hermana. Aún así, puedo decir que la relación que me vincula a él es tan fuerte como podría serla compartiendo sangre y genes. Nunca sustituirá a mi padre en ningún aspecto, pero lo complementa por completo. Lo quiero muchísimo, y tengo mucho que agradecerle, tanto por mí, como por mi hermana y mi madre. Es, en una palabra, seguridad. Su sonrisa cálida y su voz grave han hecho más llevaderos muchos tragos difíciles estos dos últimos años. Las conversaciones entre nosotros son algo que no olvidaré nunca.
Lo admiro, lo respeto y lo quiero.
Podría pasar horas hablando de cualquiera de ellos tres, de mi relación con ellos, de los detalles de sus personas, y no me cansaría. Sé que mientras vivan tendré tres referentes, y siempre tres manos dispuestas a ayudar o darme un abrazo. A los tres, feliz día del Padre, y gracias.
Cuando era pequeña siempre veía a mi abuelo como alguien autoritario, duro, algo cascarrabias. Mi madre nos cuenta que de niñas, mi hermana y yo le decíamos "Mamá, ¿el abuelo no nos quiere? No nos da besos en la cara, nos los da sólo en la frente". No era así, pero eso lo supe después, siendo ya más mayor, cuando mi abuela me dijo que los días que dormíamos allí, mi abuelo se despertaba a ratos y se sentaba en la habitación, entre la cama de mi hermana y la mía, nos decía cuánto nos quería y nos daba un beso a cada una, con cuidado de no despertarnos.
Él fue quien me enseñó a jugar al ajedrez, a las cartas. El que me inculcó la importancia de los valores y el respeto a los otros. Él, que antes era ese hombre duro (en mi mente) como el acero, ahora casi necesita babero cuando nos oye hablar de la universidad a mi hermana o a mí; no deja que otro se siente a su lado en Nochebuena, porque ése es mi sitio, y nos pasamos la cena riéndonos entre nosotros.
Abril 2012 - Jueves Santo |
El tercero, y que tal vez alguno piense que no tengo razones, es Paco, la pareja de mi madre hace ya casi 11 años.
Abril 2012 - Viernes Santo |
Es un hombre bueno, muy bueno. De esos que ya apenas quedan. Generoso, sincero, de principios firmes e ideas claras. Se conoce bien, sabe sus virtudes y defectos, y dónde están sus límites (aunque saltase la acequia para ir a por limones y eso le revelase otro límite más, jajajajaja). Es un hombre en el que se puede confiar, y en el que confío plenamente. No tiene un título universitario, y sin embargo es mucho más inteligente de lo que muchos titulados son; a él la vida no se la enseñaron en libros, sino con hechos. Es otro de los alumnos de la "Universidad de la Vida".
Tengo la suerte de poder hablar de sus hijos como mis hermanos, y quererlos como tales.
Recuerdo que al principio recelaba un poco de él. Era una niña, y veía como una amenaza a la figura de mi padre la aparición de Paco en mi vida. No fue así. Jamás. Siempre ha tenido claro cuál es su relación conmigo y mi hermana. Aún así, puedo decir que la relación que me vincula a él es tan fuerte como podría serla compartiendo sangre y genes. Nunca sustituirá a mi padre en ningún aspecto, pero lo complementa por completo. Lo quiero muchísimo, y tengo mucho que agradecerle, tanto por mí, como por mi hermana y mi madre. Es, en una palabra, seguridad. Su sonrisa cálida y su voz grave han hecho más llevaderos muchos tragos difíciles estos dos últimos años. Las conversaciones entre nosotros son algo que no olvidaré nunca.
Lo admiro, lo respeto y lo quiero.
Podría pasar horas hablando de cualquiera de ellos tres, de mi relación con ellos, de los detalles de sus personas, y no me cansaría. Sé que mientras vivan tendré tres referentes, y siempre tres manos dispuestas a ayudar o darme un abrazo. A los tres, feliz día del Padre, y gracias.