La quimioterapia puede causar inestabilidad genética transgeneracional

Las células cancerosas se caracterizan por presentar una división celular no controlada. En un tejido normal (no canceroso), las células dejan de dividirse cuando contactan con otras células de su entorno. Sin embargo, esto no sucede en las células cancerosas. En ellas, las células están en permanente división y proliferan sin control y sin freno.
Una de las maneras de atacar las células cancerosas consiste en utilizar la quimioterapia: compuestos químicos que bloquean la proliferación celular.

Normalmente se trata de agentes químicos mutagénicos que dañan el DNA, de forma que las células afectadas por el agente químico tienen dificultades para continuar dividiéndose, por la gran cantidad de mutaciones que acumulan, y finalmente mueren. Estas mutaciones suceden más frecuentemente en las células que más proliferan, así que cuando mayor sea la capacidad de proliferación de las células (y las células cancerosas tienen una proliferación máxima), mayor será el daño que se genere y, por tanto, su mortalidad.

Desafortunadamente, la quimioterapia no reconoce la diferencia entre las células cancerosas y las células normales. La quimioterapia mata todas las células que se dividen rápidamente, también las normales, y los efectos secundarios que produce están relacionados con estas células normales que se destruyen.

Este mismo principio se aplica a la radioterapia, si bien en este caso los agentes químicos son sustituidos por radiaciones ionizantes que se aplican en zonas localmente definidas.

Muchos estudios realizados en ratones han demostrado que los tratamientos con quimioterapia y con radiaciones ionizantes pueden causar mutaciones en las células de la línea germinal del individuo tratado, mutaciones que pueden pasar a las generaciones posteriores. Ahora, una investigación con ratones realizada por Yuri E. Dubrova, de la Universidad de Stanford (California), que ha sido publicada en la revista PNAS, propone que la exposición a medicamentos contra el cáncer puede producir, además, una inestabilidad genética también en la descendencia.

En este trabajo, ratones macho han sido sometidos a 3 fármacos típicamente utilizados en quimioterapia (ciclofosfamida, mitomicina C, y procarbazina ) en dosis equivalentes a las que se usan clínicamente. Los investigadores han analizado la presencia de mutaciones en las células de la médula ósea y en el esperma de la descendencia de los machos tratados. Concretamente han analizado la presencia de mutaciones en un locus denominado Ms6-hm, situado en el cromosoma 4 del ratón. Este locus contiene un microsatélite hipervariable, que puede presentar entre 200 y 1.000 repeticiones de la secuencia CAGGG.

Tras la exposición a los agentes de quimioterapia, se observó que se producía un incremento del nº de repeticiones del microsatélite, en frecuencia significativamente elevada, tanto en las células de la médula ósea como en el esperma de los descendientes de los ratones tratados.

Las tasas de mutación elevadas, afectaban tanto a los alelos recibidos del padre expuesto como de la madre no expuesta, por lo que los autores proponen que la terapia anticancer aplicada a los padres genera una inestabilidad transgeneracional que se manifiesta en los descendientes. Dubrova considera que el mecanismo que genera inestabilidad podría ser epigenético y no tanto genético. Su creencia está basada en el conocimiento, por resultados de otros grupos, de que en ratas la exposición a algunos compuestos de quimioterapia altera la metilación del DNA en espermatozoides.

Si este resultado de inestabilidad transgeneracional fuese extrapolable a los humanos, indicaría que los supervientes de la terapia anticancer que más tarde tienen descendencia (los tratados en su etapa infantil y juvenil, por ejemplo), podrían transmitir a su descendencia una inestabilidad genómica de inciertas consecuencias.

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