El alma

El alma... ¿Qué es el alma? ¿Existe físicamente? ¿Tiene materia o es sólo una forma de energía, si existe? ¿Absorbe la luz, la refleja o la emite? ¿Es sonora? ¿A quién pertenece mi alma, si la tengo? ¿Es inmortal, y por tanto eterna? ¿Si es así, cuántos cuerpos puede haber habitado antes del mío? ¿La entidad del alma rige la del cuerpo que ocupa?

Por Newton, María, ¿tú hablando de chaladuras sobre almas? Pues sí, señores. Son las tres de la mañana, no puedo dormir, y la maravillosa Suite No.1 para Violonchelo de Bach, junto al Capricho 24 de Paganini, entre otras joyitas de música instrumental, me acompañan en mi insomnio. Y al escuchar cosas como éstas (con acento, ¡resistamos contra las modificaciones ilógicas en las normativas de la RAE!) hay algo que sientes estremecerse dentro.

Y ahí es cuando yo digo, ¿qué será este algo en que siento? ¿Pura química, o algo más allá? Yo soy de esos chalados que pensamos que las palabras, las piezas musicales, los dibujos, los colores, las esculturas... Todo tiene una cierta entidad, por así decirlo, un alma.

Igual que una palabra mal escrita devalúa su significado (ver cuvo, o hisla, duele, sinceramente). Igual que un Adagio interpretado a gran velocidad, o una melodía desafinada pierden parte de su belleza... Igualmente, una mañana campestre, al ser pintada en grises, negros, y azules y verdes oscuros, ve mermada su esencia.

Y, ¿qué es esa esencia? Talvez no sea más que el significado (simbólico, obviamente) que le damos a cada cosa. Talvez sí sea algo más.

Como buena científica, soy escéptica en cuanto a aceptar verdades absolutas sin demostrar. No creo en un Dios todopoderoso, misericordioso, de amor infinito hacia cada una de las criaturas de su creación. Tampoco en una vida eterna más allá de este mundo, ni en que me va a tocar la lotería sólo porque el décimo que he comprado acaba en mi número de la suerte. Igual que no creo que el hecho de que las condiciones necesarias para que la vida surgiese se dieran en la Tierra y no en Marte o Venus sea otra cosa que una enorme casualidad.

Sin embargo, me gusta pensar que no somos sólo algo físico. Aunque ese algo más no sea más que un producto ficticio de nuestra mente; el resultado de unas cuantas reacciones químicas en nuestro cerebro. Hay quien lo llama personalidad, quien lo llama mente, quien lo llama esencia... Quien lo llama alma.

Le pongamos el nombre que le pongamos, hay algo en nosotros, en cada uno, especial, único. Somos nosotros mismos.

Hay quien, para encontrarse consigo mismo, necesita de la "ayuda" de una droga X, quien necesita un orgasmo que le haga perder el sentido, quien necesita reflexionar en un entorno bucólico... Los habemos que sólo necesitamos cerrar los ojos, dejar la mirada en el aire. Pulsar ese botoncito que nos deja entrar tan dentro de nosotros que no sabemos dónde estamos.

¿Por qué esta reflexión? No lo sé. Últimamente me siento más que nunca. Me siento a mí, pero no a mí sola. Dicen que una es ella misma y sus circunstancias. Las circunstancias no son sólo la economía, las obligaciones y demás, sino también los "agentes externos" que influyen en nuestra vida. Las personas que queremos, especialmente. Y hace ya un tiempo que siento una fuerza que me empuja y me desconcierta. No sé hacia qué me empuja, aunque sí hacia dónde. No sé si tiene un porqué lógico o si es una de esas cosas sin razón aparente, porque son una razón en sí mismas. Sólo sé que necesito seguirla, seguirme.

Talvez me equivoque y pierda, pero la vida es el mayor de los juegos, y yo creo que ahora me toca ganar.

1 comentario:

UnaStarkCasiSinCabeza dijo...

Antes de nada decirte que si hubiese un botón de "joder, es como si hubieses escrito EXACTAMENTE lo que pienso" estaría ardiendo ya.

Así pues, seguir diciéndote que en mi caso ese "alma", "esencia" que mencionas en tu texto cobra mucho sentido si le pones de acompañante la palabra "energía".
No creo en un Dios como tal, ni en una religión y mucho menos en la Iglesia, pero sí que creo que existe una "energía" que nos mueve a todos por dentro una vez has conseguido sensibilizarte con ella.
Inhalar aire en la cima de una montaña, visualizar la inmensidad del mar con todo lo que ello conlleva (que ya si acaso en algún momento te escribiré sobre él) o, simplemente, vivir en los sueños de tu mente serían cosas vanales, insulsas de no ser por esa chispa que te hace parar tu cuerpo, parar tu alma y sentir un cosquilleo en el pecho que, a su vez, te hace sentir más vivo.

No sé si me he explicado bien (tampoco me he explayado mucho), pero al menos me alegra saber que hay alguien (casi la única, que yo conozca) que tiene una concepción parecida a la mía en este aspecto y, por ello, gracias.

Eso sí, no dejes de escribir con esa intensidad que caracteriza la mayoría de tus textos, es simplemente precioso.

Cristina.

PD: Perdona si esto que te escribo luego aparece con una estructura horrible, no sé muy bien cómo van los márgenes por aquí ^^'