Segundos, minutos, horas, días, meses... Momentos.

El tiempo pasa, imperturbable. A veces a nuestro favor, cosa que agradecemos; otras veces en nuestra contra, y, obviamente, eso no nos hace gracia.

Así, sin quererlo, ya no entro al colegio a las 9, ni salgo a las 3 del instituto; no corro a las 5 para llegar al conservatorio, ni me levanto los domingos a las 8 para jugar partidos de voley. No hay ya sándwiches de nocilla en mis cumpleaños, y bebo alcohol en las comidas familiares sin que nadie ponga el grito en el cielo. Mi hermana y yo hace años que no nos cortamos el pelo ni vestimos de la misma forma. Ya no me da miedo caminar sola de noche, ni me agobia la oscuridad de mi habitación. He aprendido ya que se llora de pena, pero también de alegría, y que uno sonríe, aunque amargamente, también cuando está triste. Sé que la vida no es fácil, y que las cosas que hacemos día a día quedan ahí escritas para siempre. Ya hace mucho que se acabaron los cuentos y que mis sueños son más metas que fantasías.

Así, sin quererlo, resulta que he crecido; que ya soy mayor de edad (y puedo ir a la cárcel, pero también a la universidad, y entrar a las discotecas, y comprar tabaco y alcohol, y conducir coches [cuando me saque el puto carnet]), que se me supone madura y "adulta" y, por lo tanto, responsable. Resulta que vivo sola, y soy yo quien me supervisa y me ordena. Vaya que si he crecido, que he empezado a estudiar, incluso.

Conforme pasa el tiempo, todos vamos metiendo recuerdos en esa mochila que cargamos a lo largo de toda nuestra vida; sí, esa que muchos llaman memoria. Entre esos recuerdos se cuentan los divertidos, los tristes, los románticos, los airados, los borrosos, los sueños de infancia, las personas que nos marcan y un sinfín más (bueno, un "confín"; pero, vamos..., que muchos). No obstante, siempre hay determinados recuerdos que por uno u otro motivo se nos quedan más "marcados".

Resulta extraño (esto era irónico), pero cada vez que me siento a estudiar me surgen mil cosas que hacer. Así es que he ordenado las películas, los vídeos, las fotos e imágenes, las canciones y los documentos de mi ordenador; he hecho 20 o 30 sudokus hoy, he ordenado todo mi armario y la cajonera, he cambiado las sábanas y he preparado la comida para mañana. Cuando ya lo tenía todo no me quedaban más excusas para no estudiar: todo estaba ordenado y limpio, incluida yo... No había más quehaceres que el estudio.

Me he dispuesto entonces a estudiar, pero ha venido entonces a mi memoria un recuerdo en particular (más bien un montón de ellos con un denominador común); uno que, de hecho, no puede "venir" a mi memoria, porque no sale de mi mente apenas nunca. Como siempre, me ha sacado no una sonrisa, sino mil.

Va pasando el tiempo, y, pese a que leo los apuntes, el libro, los temas, artículos..., sólo puedo recordarte a ti,  a cada uno de tus detalles, a cada gesto y palabra tuya, a cada carcajada de tu risa, a cada segundo que he pasado a tu lado.

Dicen que los seres humanos tendemos a hacer que prevalezcan en la memoria los recuerdos de sensaciones extremas. No me refiero sólo a que saltes en paracaídas y lo vayas a recordar toda tu vida, ni a aquella noche en que te emborrachaste tanto que te tuvieron que contar la velada porque no recordabas nada... No, no es eso. Me refiero a las muertes de seres queridos, a que ganes la lotería, a que tengas un bebé, a que te cases, a tu único suspenso, a tu brazo roto, a aquel beso bajo la lluvia después de darlo por perdido... A tu primer amor.

Talvez sea eso. Quizás estás siempre presente en mi cerebro porque me haces extremadamente feliz.

Talvez sea que el tiempo se mide en segundos, minutos, horas, días, meses, años, eras, eones... Pero la vida se mide en momentos; y cada momento a tu lado vale una vida entera, ¿sabes?

Pese a lo acaecido en días anteriores, y a que sea lunes, (y los lunes no me gusten [no por el tópico, sino porque... no me gustan; igual que sin motivo me gustan los jueves, sin motivo me disgustan los lunes]), ahora mismo, soy feliz.

Y de eso tienes la culpa tú. Tú. Tú... Y solamente . Y siento si a alguien le disgusta, pero estoy loca, perdida y completamente enamorada de ti. Lo sabes de sobra, y de sobra sé que lo sabes, pero no me canso de decírtelo... Te quiero, Lourdes.

2 comentarios:

Marina Muñoz dijo...

El texto es ultrabonico, me ha gustado mucho. Suerte :D

Marina Muñoz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.