Feliz Día del Padre

Hoy felicito a todos los que por un motivo u otro tengáis algo que celebrar.

Por supuesto, a mi abuelo, a mi padre, y a mi padrastro (a Paco, aunque no le gusta esa palabra).

Pero si hay alguien a quien quiero felicitar hoy es, sin duda, a mi madre. No sólo felicitarla, sino darle las gracias. Por haber hecho de madre, de padre, de chófer, de amiga, de enfermera, chef, maestra, socorrista, estilista... Por haberme dado la vida, y lo mejor de ella, el bichito al que llamo hermana.

Por ser la mejor padre del mundo.

Te quiero, mamá. Feliz día.

El disfraz de un payaso que llora

El humo me abrasó la garganta y el pecho, haciéndome toser y dándome una cierta sensación de mareo. Desde ahí arriba me sentía el dios de la montaña, viendo a los niños corretear por la arena tras enormes balones inflables de publicidad. Sus lejanos chillidos de alegría contrastaban con mi lúgubre silencio. Un lugar bonito para estar triste. Mis pies colgaban de las rocas. Había una caída de unos diez o doce metros sobre un lecho de rocas carcomidas por el oleaje desde donde estaba. Era una sensación intensa. No sabría describirla mucho más allá de eso. Intensa. La adrenalina, la relajación, la libertad y el pecho oprimido, el sabor acre a humo, la sal impregnando cada centímetro de mi cuerpo. Las minúsculas gotitas transportadas por el viento que hacían el aire pesado. El incesante dolor. El vacío sordo.

Deseaba tener el teléfono para embotar mi cabeza con las letras y la voz cazallera de Robe, para, como él, olvidarme de poner en el suelo los pies y sentirme mejor. Pero lo cierto es que seguía a decenas de kilómetros de casa, e incomunicada. El humo caracoleaba alrededor de mis dedos, y se deslizaba sobre mis labios y mi barbilla cuando, apenas espirando, lo dejaba huir. No sabía qué hora era, pero los niños, y sus padres, empezaban a desaparecer. Se acercaba el mediodía. ¿Cuánto tiempo llevaba fuera? ¿Ocho, diez, doce horas? Me levanté con la decisión de volver a casa. Un paseo, tres preguntas y cuarenta y seis minutos de metro después, llegué. Y lo primero que hice fue escribirte. Y tú, para variar. No contestaste.


Entré en la ducha como quien se acerca a un folio con notas en la universidad. Con alguna esperanza de sentirme mejor, pero sin mucho convencimiento. Cuando el agua empapó mi ropa, me di cuenta de que no me había desvestido. Me desnudé llorando, como si me obligasen. El agua tibia era como una boca húmeda que me acariciaba, y a la vez como algo viscoso que me ralentizaba. Ya en cueros, pegué el cuerpo a la pared, por la que me fui deslizando bajo el peso imaginario del agua hasta sentarme abrazando mis rodillas en la bañera.

Permanecí así tal vez cinco, o quince minutos. Después, poco a poco, me puse de pie de nuevo. Metí la cara bajo el chorro de la ducha, abriendo la boca. Escupí y pasé mis manos por toda mi cabeza, sintiéndome. Presioné mi nuca y mis hombros, en la transición de mis manos al pecho. Poco a poco, sin prisa, acabé de ducharme. Y me di cuenta de que dolía aún. Pero dolía diferente.

Igual resulta que los terapeutas tienen razón y ducharse aclara la mente. En mis brazos sentí que necesitaba un abrazo, pero no era el tuyo. Si es que alguna vez fue el tuyo el que realmente busqué. En mi cabeza mi voz resonaba rencorosa. Ahora negaría haberte querido alguna vez, porque yo soy así de gilipollas. Pero lo cierto era que, con la mente clara, mi necesidad no era la tuya. Aunque me dolieses. Aunque te quisiera. Aunque ese rayo no iba a cesar ahora.

Tal vez era un recurso estúpido, iterativo. Como los trucos de los payasos. Esa última bengala que nunca llegas a tirar, porque sin ella sí estarías perdido. Pero a ella me aferraba ahora. Como si fuese mi único camino, el mismo que me aterraba caminar.

Me disfracé con una sonrisa y salí de nuevo, a volverme de corcho entre amigos que no me iban a dejar caer. Perdona por renegar de ti, por la rabia que me das ahora, por todo este circo, pero los payasos, incluso los que lloramos, vivimos para el espectáculo. Y el espectáculo sólo sale adelante usando de vez en cuando viejos trucos.

Un payaso que llora

Hacía frío en la calle, a pesar de que los últimos días el Sol había coloreado ligeramente la palidez ojerosa de mi piel. El amanecer aún estaba muy lejos de despuntar tras los edificios que me rodeaban. Aún no era ni siquiera la hora mágica (esa que corresponde indistintamente a la noche y la mañana según a quién se le pregunte), pero la cama me mordía y mi cabeza exigía una vía de escape a sus revoluciones.

Era de esos días en que el mundo me sobraba y esperaba en mi fuero interno que por avatares del destino una grieta partiese el asfalto y me llevase a una cueva con internet, agua caliente, y fuego, para pasar las décadas que me restaban en un refugio eremita, lejos del dolor, la estupidez y la prisa de la sociedad.

Hacía años que había aprendido a vivir en stand-by. Nunca me implicaba al 100%, y nunca me desentendía al 100% de nada. Nunca me centraba del todo en una cosa al hacerla. Tal vez lejos del ruido blanco de la sociedad podría hacerlo. O tal vez no.

Me descubrí recordando la novela aquella del Perfume. Había caminado cerca de un kilómetro y medio sin mirar más allá del pavimento inmediatamente al frente. No conocía aquella calle, pero tampoco me importó. Proseguí mi deambular, corriendo a ratos, llorando, rindiéndome dramáticamente cuando el ritmo autoimpuesto me superaba. Nunca bajé el listón. Ponerlo demasiado alto siempre era una certeza, así no sería culpa mía al fracasar, "el listón estaba demasiado alto". A ratos mis cuádriceps ardían, entre furiosos y contentos. No solían trabajar más de lo estrictamente necesario.

Cuando quise darme cuenta era de día, había recorrido docena y media de kilómetros y notaba la deshidratación pegarme la garganta. Nadie sabía dónde estaba; yo tampoco. Sólo quería perderme. Dejé los caminos y subí una pendiente llena de robles esperando encontrar la tan ansiada nada en su cima. Resultó ser un kaxerio donde pude beber agua y robar un par de manzanas sin presencia humana alguna. Hacía varias horas que había salido de casa, sin llaves, teléfono ni cartera. Olía a mar. Era un aroma lejano, muy sutil; pero ahí estaba. Dejé que se guiase mi camino por él.

Me desplomé, aunque consciente, cuando me temblaron las piernas por el sobresfuerzo. El sudor me enrojecía los ojos, hacía horas que no me quedaban lágrimas. Tenía el estómago como esas mochilas barateras que se pueden meter dentro de uno de sus bolsillos, encogidito bajo el corazón, cuyo latido se hacía notar en mi garganta, mis oídos, mis manos... Allí tirada, como si acabasen de dispararme, dejé pasar nubes y claros sobre mí, antes de intentar moverme. Un rato después, sin el corazón desbocado ni espuma en la boca, llena de polvo, reparé en el olor del mar, de nuevo. Estaba cerca, iría a la playa.

Tras la oportuna aparición estelar de una oficina de mi banco, y gracias a la "internetización" del mundo, pude sacar dinero, y comprar, por fin, agua y algo que echarme a la boca. Y llegué. A la arena fina salpicada de piedras negras. Al rugir del viento y el agua. A sentir cómo las olas hacían el amor a la orilla y los acantilados. Siempre me gustó el mar. Verlo, oírlo, olerlo, me hace sentir libre. Me hace sentir que tengo una escapatoria, después de todo. Que aún siendo complicado, siempre podría huir de aquí, mientras su arrullo me acompañase lejos de la costa.

Casi sin darme cuenta, me descalcé, olvidando los deportivos a su suerte en medio de la playa. El agua estaba congelada. Lo bueno y malo del Cantábrico es que nunca deja que te olvides de que no estás en una balsa. Sus besos me mojaban las piernas y la hiperventilación que solía acompañarme en el frío no había aparecido. La boca se me llenó de saliva, y mis ojos volvieron a humedecerse con lágrimas calientes.

Había hecho todo esto, ¿para qué? ¿De qué me había servido pasar hambre y sed, cansarme? Seguía doliendo. Y seguiría haciéndolo, era un hecho. Cuando me calmé, me permití salir del agua y buscar las zapatillas. Almorcé en la arena, mientras los padres alejaban a sus hijos de la zona en que estaba. Me di cuenta de que debía estar hecha un asco. No sabía cómo podía volver a casa desde allí, así que tras reponer fuerzas, levanté el campamento y me marché. Había sido incapaz de comer, la bilis me subía por la garganta recordándome con su amargo sabor por qué había salido aquella noche de casa. En la sudadera seguía llevando un par de canutos liados. Aún era temprano para volver.

Queridos Reyes Magos...

Queridos Reyes Magos,

Este año a los Reyes les pido que recreen el año electoral del 31, y hagan de las elecciones generales unas con carácter de Constituyentes y en que se puedan revisar las facultades de los Poderes del Estado y la precisa delimitación del área de cada uno (reducir las prerrogativas de la Corona) y a una adecuada solución al problema de las autonomías españolas.

También que prosperen las demandas contra Sálvame, y se llene su espacio televisivo con programación de calidad y divulgación, que en horario infantil pueda incentivar nuevas inquietudes en nuestro futuro. Que las presentadoras dejen de ser floreros con tinte sexual. Que por ley se establezca la igualdad salarial en este puñetero país. Que deje de ver noticias de niños y adolescentes que se quitan la vida porque otros no les dejan ser quienes son en paz. Que cesen los ataques militares y paramilitares por cuentos, digo, por religiones. Que quien tenga el poder de hacerlo cambie el sistema (y con esto me refiero a todos los que me leéis y los que os leen a vosotros: NOSOTROS SOMOS EL MUNDO, NOSOTROS TENEMOS EL PODER), y consiga que las personas dejemos de ser números y datos estadísticos, y volvamos a ser personas.

Que se restrinja el uso de la pirotecnia. Que dejen de financiar el asesinato y la tortura, y den una nueva vida al teatro y la música. Que entre aire limpio en las administraciones y se lleve el olor a rancio que despide nuestro país.

Que se nos permita investigar en todos los campos al nivel legislativo de las grandes potencias, y se aumente la inversión en I+D+i para no perder la inversión en Educación pública que hacemos.

Que ningún niño tenga que preguntar a sus padres por qué sus amigos tienen regalos y ellos no. Que ningún padre tenga que decir a sus pequeños que no tiene hambre a la hora de comer por no tener comida para sí mismo. Que no haya casas vacías mientras haya personas sin casa.

Que ningún trabajador con algo que aportar tenga que quedarse en casa mientras otros se matan por medio billete de mierda. Que nadie se sienta esclavo en su trabajo, por duro que sea.

Que los agricultores no tengan que dejar perder sus cosechas porque pague más el seguro que los especuladores.

Que dejen de escaquearse los responsables de la herida de nuestro país.

Y, si os queda tiempo, quiero que se me quite el resfriado éste de los huevos. Nada más.

Un saludo,

María Pérez Sarmiento.

Invierno

El invierno tiene intrínseco un aire de melancolía, de buscar en la añoranza el calor que nos falta ahora. El aire helado nos recuerda caricias tibias en momentos bonitos, los labios agrietados ruegan un beso que ya dimos, las manos frías sólo quieren entrelazarse con otras.

Iba pensando en eso, camino a la estación. El maldito reloj no dejaba que su maldito tic-tac se relajase un poco, y con él, mi agitado paso de siempre. Llegaba, para variar, dos minutos tarde. Mi mochila era grande, llena de cosas que probablemente no utilizaría más adelante en este viaje, pero que, aún así, era incapaz de dejar en casa guardadas.

Con la espalda sudada y las manos y la cara entumecidas por el frío, entraba corriendo al hall. Qué coño "al hall", al vestíbulo. Estaba rodeada de anglicismos innecesarios que me enervaban, especialmente cuando pensaba o usaba alguno. Miré el reloj casi de reojo y fui a imprimir el billete. Tenía las manos rojas y calientes, latiendo al ritmo de mi agitado corazón, o lo que sea que tengamos los zurdos en su lugar. En algún momento de la noche anterior, haciendo el cafre con la ruedita, debí cambiar la hora. Al mirar el panel de salidas y ver la hora real, me di cuenta de que aún me tocaba esperar más de una hora en la estación.

Después del bufido de turno, de dejar mis cosas en el suelo de cualquier manera y echarme montones de mierda (figurada) encima, respiré hondo y pensé qué hacer.

Me senté en los fríos e incómodos bancos de la estación. ¿A quién se le ocurre hacerlos de metal en vez de hacerlos de plástico, madera, u otro material que no te obligue a elegir entre sentarte y mantener todas las partes de tu cuerpo a salvo? Otro resoplido, y el globo de la mala hostia cada vez más hinchado. Decidí entrar a la cafetería. Por lo menos sus asientos eran de piel, y no tendría que soportar la megafonía ni el chirrido del tren sobre los raíles.

Tenían calefacción, menos mal. Si me llego a quedar fuera me habría constipado. Pedí un zumo de naranja y unas tostadas, como siempre que desayuno fuera de casa. Leí refunfuñando el periódico, quejándome de lo ineptos que son los que nos gobiernan a mí misma. Volví a coger aire profundamente. Los métodos chorras de relajación sólo me cabreaban más. Cerré los ojos y decidí aislarme un rato, así que desenfundé los cascos y pulsé reproducir.

Dos, o tal vez cuatro canciones después, me sentía un poco mejor. Apuré el zumo y pedí un café con leche, que dejé templar en la mesa mientras pasaba afuera 5 minutos disfrutando el escaso sol que lucía aquella mañana. Al volver a entrar al café, estaba ella en la mesa de al lado, con el periódico que yo había cogido. No os hablaré de su pelo, de sus manos, ni de su sonrisa y de cómo se refleja la misma en sus ojos. Apurada al verme, se disculpó mil veces, aunque yo no le había dicho nada. Se ofreció a invitarme al café, a lo que me negué, e insistente mientras lo tomaba, entablamos conversación.

Parecía más joven de lo que era, y, a la vez, más madura. Como si fuera una de esas almas viejas de las que hablan los escritos chorras de internet. Sin querer, quería quedarme. No veía nada importante en el mundo fuera de aquella conversación extrañamente trascendente con olor a café y bollería. Sonó su teléfono, que hubo de coger, dándome una excusa para mirar el reloj. Era imposible, pero sólo quedaban 6 minutos para que mi tren partiese. La dejé hablar sin prisa, y con 4 minutos para irme, colgó y se disculpó de nuevo. Le dije que tenía que marcharme, rogando al tiempo que ella me pidiera que me quedase.

Me acompañó al andén y nos despedimos como si nos conociéramos de siempre. En sus ojos estaba la súplica y en los míos, por supuesto, el aceptarla. Al girarme para subir al vagón, el miedo me pudo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo me planteaba perder el tren por una persona que apenas conocía? La veía tiritar, así que le dije que se marchara, que había sido un placer.  No fue difícil encontrar mi asiento, y ella seguía junto al tren. Dejé la mochila encima del asiento contiguo, y me giré para mirarla una última vez. Mientras vagaban mis ojos unos instantes casi sin enfocar, me arrepentí de haber subido al tren. Algo me arañó furioso por dentro al ver cómo ella ya caminaba de vuelta al abrigo de la estación, mientras el tren, finalmente, partía.

Ya en mi destino, cada vez que notaba frío, recordaba que el invierno era melancólico, y me intentaba convencer de que había tomado la mejor decisión posible, por más que extrañase a aquella extraña. No obstante, desde aquel día, sé que el invierno tiene intrínseca además la cobardía.

2014 agoniza

La leña en la chimenea de casa se consume más rápido que lento, igual que estas horas que quedan de año, ya menos de 30.

2014 ha sido un año, no me voy a poner en plan emotivo de la hostia como todo el mundo, como otro cualquiera. Con sus luces, muchas, y sus sombras.

Un año en que los implicados nos implicamos más, y conseguimos despertar muchas conciencias durmientes, conciencias que gritan por la humanidad que se desangra ante el masticar incesante del capitalismo a nuestros presentes y futuros.

Un año de autorreivindicación. De decirme las cosas claras a mí misma, de no explicarme a los demás para entenderme yo. Un paso de gigante a acabar la primera carrera, de reafirmarme en el trabajo y conseguir encaminar mi futuro cercano por la senda que más me gustaría transitar.

Año de ilusiones truncadas (darme cuenta de que no todo el que te llama amigo te trata como tal, la abdicación que no acabó en República, el atisbo de una España más democrática que no acaba de llegar, conseguir que los putos dirigentes entiendan que los problemas "del 3er mundo" son los problemas del único mundo en que vivimos...) y cumplidas (ver a 3 de mis grupos favoritos en conciertazos, cambiar de grupo de curro, llegar a cuarto...).

Año de buenas y malas noticias. De dolores en directo y en diferido, de los que atacan cuando una se queda sin nada en qué pensar; pero también de muchas, muchas alegrías, por las que agradecer a la vida, de volver a tener presentes a ciertas personas en mi vida, y de ganar a alguna nueva que espero camine a mi lado mucho tiempo, si el camino lo permite.

Año, sobre todo, de indecisión, de quererlo todo y de querer abandonarlo, de necesidad de cambio, y sin embargo, de estabilidad.

Un año, básicamente, como todos los anteriores y todos los que vendrán. Más primeras canas y menos primeras veces, pero en esencia, la vida, pasando incontenible e incontestablemente, como siempre.

Así que no perdáis el tiempo pensando en mi año, sino en cómo queréis que sea el próximo en vuestras vidas. Dejad un segundo para pensar en qué querríais haber hecho este año que no hicisteis por cualquier razón tonta, y hacedlo si podéis, por vosotros, por mí.

Que el 2015 sea el mejor año de vuestras vidas, exactamente igual que todos los que vengan después.

Yo volveré a proponerme dejar de morderme las uñas (¡ja! ¡Con lo que me gusta!), y además me propongo no autoboikotearme en las cosas que quiero que sigan adelante.

Normal


Me gustaría ser una persona fácil. De esas que los días de invierno tienen las manos calientes, y cuyos pies nunca están tan fríos que duelen. De las que pueden sentarse en mitad del verano en una silla de plástico y no levantarse con las piernas sudando; de las que pueden ducharse por las noches y no parecer Son Goku al despertarse. 

Esas personas que pueden desayunar a primera hora, recién levantados, sin sentir náuseas, y que duermen de noche, y viven de día; que salen los fines de semana con sus amigos, y cuyos problemas residen consigo. Esos que se cargan con su vida, y con la de nadie más.

Querría ser una persona con objetivos estables, con fuerza de voluntad para luchar por lo que quiere a largo plazo, con ambiciones materiales. ¿Por qué? Porque todo eso me haría más cómoda la vida.


Pero yo tengo los pies fríos en invierno, y casi siempre las manos heladas (y las orejas). Y las horas de la noche me cunden el doble que las de Sol. Y muchas veces los remolinos de mi pelo se levantan aún sin haber dormido, y mis problemas se reparten en muchos sitios, y mis preocupaciones aún en más. Soy una persona voluble, si bien no tan núbil e inestable como a veces yo misma pienso, y eso hace que llegar a las metas que me fijo me cueste. No por el camino en sí, sino porque a diario veo, imagino, otras metas diferentes, que también podría alcanzar.

Así que supongo que sólo soy, como otros tantos, una persona. Complicada, como persona que soy.

Mi república

Ella camina por el salón del trono, sabiendo que da igual a quién deje sentarse en ese momento en el estúpido sillón. El trono está en un lugar privilegiado, entre sólidos muros de roca, bajo el intrincado dibujo de plomo de la vidriera que llena el salón de luz, de luces. Esas luces que le permiten esconderse cuando quiere, y hacen fulgurar sus ojos cuando no.

Reinas. Las que se sientan en el trono son llamadas así: reinas. Reinas de corazones, ríe ella, amarga. Inocentes... Creen que el poder reside en el sillón. El resto también parece creerlo, pero a ella no le importa. Sabe que tras todas las atenciones, tras los regalos, las canciones, los piropos, los vahídos, los clamores, les llega su turno, como a todas las anteriores habitantes del estúpido mueble.

Ella sabe que no importa cuán guapa, vieja, alta o gorda sea la sentada. Es quien tiene el poder. ¿La reina? No,  por favor, no digas tonterías. Es ella quien lo tiene.

Es ella quien consigue que las reinas pierdan sus atenciones, que deje de haber regalos, vahídos... Quien provoca los insomnios, las sonrisas perdidas en noches blancas y negras de ánimos grises. Ella sabe que en la sombra tras el trono siempre tendrá lo que desee.

Ella sabe, o debería, que el día que chasquee los dedos, que guiñe un ojo, que me sople un beso, arderá el trono, "su" reina, y romperemos las vidrieras. Ella es..., ella y yo, somos la República.

Historia de dos sombras.

Quería empezar a escribir Historia de dos luces, pero... Hoy estoy más sombría que luminosa.

Corría una sombra, con su humana cerquita, como acostumbraba, por una fría, húmeda y solitaria callejuela. Apenas si habían dado las 6 menos cuarto en el reloj, cuando se cruzó con un gato. Qué curioso. Desde donde el gato estaba apenas se veía la sombra que le acompañaba, mientras que, en ese mismo momento, la sombra era alargada y ocupaba varios metros cuadrados de asfalto. Hoy no le apetecía caminar por la acera, así que su humana y ella corrían por en medio de la calle, por la que aún no transitaban muchos vehículos.

Otra sombra, en cambio, se encontraba aún arrellanada en el colchón, ocupando toda la superficie bajo la leve colcha y la sábana, estampada con leves rayas azules. La humana se revolvía bajo las sábanas, intentando no abrir los ojos, buscando a tientas el móvil, que atronaba con una canción mítica a modo de despertador.

Las sábanas se apartaron de sobre la sombra, y ésta encogió, por el frío. La humana ya se había levantado de la cama, arrastrándola fuera del cómodo y cálido lecho que la había cobijado toda la noche. Suerte que, al menos, la calefacción evitaba un contraste de temperaturas muy grande. Tras la ducha y el café de rigor, se vistieron, y salieron a la calle. Encendió la sombra un cigarrillo, y la humana hizo lo propio. Las 7.13, hora de ir al trabajo, parando primero, como siempre, a tomar otro café.

Le gustaban las mañanas. Hacía fresquito, y los humanos las llevaban más despacio que a otras horas, lo que les permitía charlar brevemente de vez en cuando, y disfrutar del aire frío y húmedo que sólo conocen los madrugadores. Entraron a la cafetería, "un cortado con leche fría", oyó a la humana. Entabló conversación con la escueta sombra que acompañaba al camarero tras la barra, mientras saludaba a las de los 3 o 4 habituales. Días corrientes, familias corrientes, preocupaciones y problemas corrientes. Cada mañana era lo mismo.

Mientras, la otra sombra, a demasiados kilómetros de ella, ignoraba su rutina, y comenzaba la suya propia. Vuelta a casa. Acompañar a la transpirada humana a la ducha. Desayunar juntas. Entrar en la cama un ratito para, cuando estuviera empezando a acomodarse de verdad, salir de nuevo, a la Universidad.

La humana solía quejarse en voz alta de ir a clase, pero la verdad es que no estaba mal. Había sombras más interesantes y soportables que otras. También sombras con un complejo de superioridad terrible, subidas en la tarima de clase, a las que no podías hablar de otro tema que no tuviera que ver con el que su humano trataba.

90 sombras en clase, con conversaciones muy dispares, pero en su mayoría vacuas. Luego llevaría a la humana a leer al Jardín Botánico. Le gustaba aquel lugar. Había muchos pájaros, y sus sombras eran enormemente entretenidas. Mucho más que la de bastantes humanos.

Salieron de casa con una nubecilla de vaho pegada a sus bocas: se notaba el invierno acercándose. Metro y autobús, como todos los martes, para llegar a la facultad. Le sorprendía la facilidad de algunos humanos para dormir en los cortos trayectos de transporte público. Suerte que sus sombras tiraban de ellos en el momento de salir.

Ya a plena potencia, la primera sombra y su cafeinodependiente humana se acercaban a la oficina. Aquél día sería diferente: había que ir al campus a dar una charla. La sombra estaba excitada por la cantidad de gente interesante que ambas iban a conocer. Pero primero había que pasar unas horas trabajando entre aquellos grises (aunque blancos) montones de folios.

En el campus, con los árboles que adornaban los caminos, la sombra sentía las cosquillas de entremezclar su esencia con la de otros. Era tan intenso, tan gratificante... Le encantaba la universidad, aunque nunca había sentido la energía que veía en algunas mezclas de sombras cuando dos humanos, pareja, se acercaban tanto que se desdibujaban los límites de cada uno.

Las 3. Por fin salían de aquél batiburrillo de papeles grises y personas grises. ¡La universidad! ¿Habría cambiado mucho? Sólo hacía 4 años desde que su humana se graduase, pero hoy día, con lo rápido que se transformaba todo, quién podría saber qué se encontrarían. Esperaba conocer a sombras llenas de color, que cambiasen un poco su día a día.

Después de una hora de autobus y un paseo, por fin llegaron al campus. Todo seguía igual, aunque estaban construyendo un nuevo edificio al lado de la Facultad de Filosofía y Letras. En la puerta de su antigua facultad, la humana paró a fumar un cigarrillo. Y entonces lo sintió, muy breve, pero más intenso que nada que le hubiera pasado antes. Fue como un fogonazo de luz que diluyó un poco su oscuridad natural, una luz amarilla, divertida, tímida, sagaz. Se sintió temblar, pero cuando intentó saber qué le había pasado, ya había desaparecido todo, y sólo le quedaba el profundo anhelo de correr a buscar la fuente de esa luz que había iluminado su vida un segundo. La humana, ajena a su destino, soltaba el humo por la nariz.

Eva corría para no perder el autobús. Era una humana demasiado activa, creía su sombra. Cruzaron el arco de Secretaría y las puertas de entrada, y sintió como si un agujero negro se llevase sus problemas y sus prisas cuando todo se inundó de azul: tranquilidad, plenitud. Un bienestar tan profundo que no pudo reaccionar ante el escalón de la entrada. Tropezaron, cayeron, y se levantaron. La sombra, angustiada, buscó de nuevo el azul. No podía perder aquello, era demasiado bueno para permitirse perderlo, pero Eva no podía perder el autobús, y siguió corriendo una vez erguida, sin percatarse de que su sombra era más oscura y pequeña a cada paso que daba.

Había comenzado a chispear, y los nubarrones sugerían que la lluvia sería intensa. El 7 llegaba extrañamente tarde.

Amélie

[Aviso a navegantes, está un poco descuadrado, pero es que el editor de entradas de Blogger es un poco cutre para la inserción de fotos con texto]













20 años. 8200 y pico días, y sus muchas horas, hemos pasado juntas. Y digo juntas porque aún cuando estamos lejos, te siento junto a mí (el hablar casi a diario un par de veces por teléfono y otro par por Facebook, igual contribuye algo), cuidándome. 


Sin apenas dudas, eres la persona que más quiero en el mundo. Muy cerquita otros pocos "elegidos", pero a nadie más que a ti. Supongo que porque ambas somos parte de la otra.

Cuando pienso en qué ponerte en esta entrada, intento que no se parezca a la que tú me dedicaste a mí, pero me resulta complicado. Por eso he decidido guiar el recorrido por nuestra vida con algunas fotos.

Como podéis adivinar, la primera instantánea de la izquierda es mi madre embarazadísima de nosotras. Y así estuvo, cada vez más "grande", hasta que el 2 de abril, a eso de la 1 de la madrugada, decidimos que ya valía de pesarle a mamá, y que había que salir de una vez de allí.

Ame tomó la iniciativa, y no supo bien lo que le supondría hasta que unas cuantas horas después, con aquella ventosa en su cabecita, y unas horribles cosas metálicas que, más tarde supimos, se llamaban fórceps, le azuzaban para que saliese del vientre de nuestra agotada madre.

Siempre ha intentado (e intenta) hacerme fáciles las cosas, incluida mi llegada al mundo. Después de las 14 horas de odisea conjunta para mi madre y ella, que salió pequeñita, con un chichón enorme en un lado de la cabeza; yo salí en 5 minutos.

Hasta el día siguiente mi madre no se recuperó del tremendo esfuerzo que le supuso traernos al mundo.  A Ame, según nos cuenta siempre, le habían puesto un gotero de glucosa en la frente, y le habían vendado las manitas juntas para que no se lo quitase; mi madre no hacía más que preguntarle al médico si de verdad estaba bien, o si se lo decían para que no se preocupase. El médico contestó que era pequeñita y que tendría que ganar peso, pero que no estaba mal, para nada. A su lado estaba yo que, según mi madre, era como Betty Boop, con el pelo negro, los labios gruesos y rojos, y los ojos como platos. Ocho días más tarde, mi madre y yo nos íbamos a casa, y Ame se quedaba allí, en la incubadora, haciéndose fuerte durante otra semana en la que las visitas de nuestros padres no cesaban.




Finalmente, vino a casa, a quitarme media cuna para dormir ella, y a convertirse en mi otra mitad en casi todo.

Baños, siestas, biberones, papillas... La Odisea particular de nuestros padres, tíos, abuelos, los amigos de nuestros padres y  la niñera con nosotras fue intensa. Sobre todo con las comidas. Mi madre suele decir que nosotras comíamos lo que ella tenía paciencia para darnos.

Con la paciencia y comprensión de nuestros mayores, Ame y yo fuimos creciendo. Así llegaron los tiempos de las trastadas. Un día, comiendo, teníamos puesta la peli de El Libro de la Selva en la tele. En  un momento dado, en la peli, la serpiente Ska baja rodeando el tronco de un árbol mientras habla con el niño. Bueno, pues yo intenté emular la escena, sólo que haciendo de serpiente alrededor de la pata de la mesa del comedor. No lo intentéis, no funciona. Y así fue como me rompí la clavícula.

Me pusieron unos manguitos para favorecer la correcta soldadura del hueso. Eran incómodos, porque me echaban hacia atrás los hombros. El médico le dijo a mi madre que lo único que no debía hacer era colgarme de los sitios, por lo que ella no se preocupó: nunca nos habíamos colgado de ningún sitio. Bueno... Pues dicho y hecho, Ame me ayudaba a quitarme los manguitos, y a colgarme en cualquier lugar que lo permitiese en mi casa.

Mientras que yo hacía una detrás de otra, Ame desarrollaba una imaginación increíble, que ya desde muy pequeñita utilizaba en la creación literaria. Uno de los recuerdos comunes a varios familiares nuestros es ése, precisamente. Cuando éramos niñas, se acercaban a Ame y le preguntaban "Amelia, y entonces, ¿qué pasó?", y ella, sin pensárselo dos segundos, comenzaba a narrar una historia cualquiera, desde un punto indeterminado de su desarrollo.

Crecimos, y el cole trajo consigo el conocimiento de muchos campos: matemáticas, medio ambiente, historia, geografía, música... Y nuevos idiomas, como el inglés, el valenciano o el francés. Con el tiempo, comenzamos a tocar el piano, a estudiar idiomas, a practicar deportes... A crecer. Llegó el instituto, y ella comenzó a escribir en un blog sus historias, antes inconexas. Yo era demasiado (soy) inconstante como para poder llevar un blog hacia delante de forma exitosa, pero ella tiene cientos de lectores diarios.

Cada una profundizaba más en unos aspectos del conocimiento, y mientras las alas de Ame estaban bajo su control y se sometían a los vuelos que ella les quería dar, y mi hermana se arraigaba más profundamente que yo a nuestra tierra, a mí me picaba la espalda con el crecimiento de las mías, que, impacientes, me exigían movimiento.

Así comencé mi andadura con las Rutas Quetzal e Ibérica. Cuando ya no tenía fuerzas para continuar con algo, Ame me animaba, y me daba ideas para salir del estancamiento. Cuando no tenía a nadie más a quien recurrir con esas y otras cosas, si miraba alrededor, Ame aparecía por algún lado para escucharme y darme un abrazo.


Seguimos creciendo, primeros desengaños amorosos, primeros encontronazos con la realidad... Conocer verdades de nuestra infancia, de nuestra familia, de nuestro pueblo, nuestra historia y la de todo lo que nos rodea. Exacerbar nuestras personalidades, diferenciarnos y discutir más que nunca. Más que nunca, cuidar la una de la otra. Asumir que al tiempo que uno se hace mayor y puede disfrutar de unas cosas que antes no podía, pierde otras, y tiene que hacerse cargo de algunas obligaciones nuevas. Asumir que será muy difícil conocer marcianos y ser astronauta, descubrir una momia entre las arenas de Egipto, y ganar un Nobel de Literatura antes de los 20; saber que no podremos volar sin avión, ni independizarnos con un trabajo guay, una carrera universitaria comenzada y un piso propio a los 18 años. Comprender que es el dinero y no el amor o la diversión lo que mueve el mundo.

Saber que algún día moriremos, y que lo que hay que hacer al respecto es vivir hasta que acabe todo.




Y así, sin quererlo, nos hicimos mayores; hay quien me dice que antes de tiempo, que aún no debería preocuparme por algunas de las cosas por las que me preocupo. A veces, al acostarme, me quedo pensando hasta que me duermo. Pienso en mí, en mi familia, mis amigos, mi trabajo, mi carrera... Pienso en qué estarán pensando ahora mismo en Argentina sobre la nacionalización de YPF, sobre cómo se podría reducir la incidencia en civiles en los conflictos bélicos. Imagino cómo será el futuro, si viviré cerca o lejos de mis padres, si tendré cerca a mi hermana (aunque no físicamente) o si la nuestra se convertirá en una de esas tristísimas historias en que dos hermanos no se hablan, ni se ven, en años. Casi siempre acabo pensando en Ame.

Mi hermana mayor. La que me robaba los biberones apenas comenzó a caminar porque ella no mamaba. La que, mediante una sana competitividad entre nosotras, consiguió que en cada momento diese lo mejor de mí. Mi hombro para llorar y mi bastón para apoyarme en cada paso del camino. Mi primer apoyo siempre. La que me deja consolarla sólo a mí cuando la situación es tan grave (o a ella se lo parece) que se le escapa por completo de las manos. Aquella por la que daría la cara siempre, como he hecho siempre que así lo ha necesitado. Mi cómplice en casi todos los planes. La conocedora de todos mis secretos, incluso de aquellos que me sonrojan al pensarlos.

Mi hermana... Para aquellos que no la conozcáis, Amelia es mi hermana melliza, como habréis supuesto a la vista de las fotografías. Desde siempre, cuando nos preguntaban la chorrada de "¿Quién es la gemela buena y quién la mala?", Ame y yo sabíamos que ella era la buena, y yo, aunque no mala, la traviesa.

Una personita noble, generosa, luchadora, sincera, y encantadora. Como yo, tiene un humor muy suyo, manías extrañas, y un pronto de mala leche que da respeto, cuando menos. Una chica sencilla, humilde, versátil, de mente inquieta e insaciable sed de conocimientos. Guapa como pocas mujeres veréis en vuestra vida (por favor, ¡que se parece a mí! Jajajajaja), tal vez no por su belleza física, pero sí por su gran sonrisa y su mirada limpia y expresiva. Amiga de sus amigas y fiel a quienes quiere. No duda en entregar su corazón a quien considera que lo merece, y en negárselo a quien la daña, aunque tenga motivos para no hacerlo. Una persona racional por completo, pero que nunca desoye a su corazón. Filósofa aficionada y abogada en ciernes (yo espero que fiscal). Cantante y actriz amateur, polifacética, como veis. La niña de mis ojos. Aquella a quien me encomiendo cuando yerro, sin temor a las represalias a cambio de su incondicional ayuda.


Hace 2 años que nos graduamos con todos los honores (ella con su Matrícula de Honor incluida), y comenzamos la universidad. Ambas tropezamos en ese comienzo. Yo me vine a Euskadi, lejos del lastre del gobierno de la tierra de donde soy oriunda, y ella decidió que debía regirse más por el pragmatismo que por su querencia a la Filosofía. Así, ahora ambas estamos lejos de casa, si bien está ella mucho más cerca que yo de allí. Ambas estudiando carreras de alto rendimiento y esperando que nuestro futuro sea tan brillante como prometedor es ahora.


Sólo espero que en los próximos 20 años nos sigamos conociendo y soportando la una a la otra. Me hiciste 20 promesas, yo prometo quererte, escucharte, consolarte, ayudarte, aplaudirte, respetarte, apoyarte, abrazarte, dejar que pegues tus pies helados a mis piernas en invierno para que se calienten, tener la paciencia necesaria para dejarte errar tú sola, y sonreír cuando vuelvas fortalecida; prometo jamás retirar mi mano cuando la necesites, prometo no mentirte nunca salvo para protegerte de un daño que no puedas soportar, prometo seguir sacando la cara por ti cuando me lo pidas (aún sin palabras), prometo llamarte cada vez que pueda para saber qué haces, aunque no tengamos nada que contarnos, sólo por escuchar tu voz y saberte bien. Prometo, simplemente, estar ahí para ti, siempre, y para todo.



Lucha, pero no por metas tangibles, sino por la felicidad, por tu autoconocimiento. Ve donde el viento te quiera llevar, y deja que el mundo te empape de vida. Sé feliz, porque así quienes te queremos tanto como yo lo hago, seremos felices contigo.



Te quiero, pequeña. Y ya acaba la entrada, pero no hace falta que llores... :)




"Son todos iguales", ¿o no?


Pensad en qué se os viene a la cabeza cuando alguien os habla de investigación: laboratorios, microscopios, cáncer, batas blancas, Alzheimer, ratoncitos, Parkinson... SIDA.

Pues, por lo visto, al Gobierno que votaron (porque pocos de vosotros, amigos míos, votasteis al Partido Popular) lo que le viene a la cabeza es: ¡Dinero para recortar! ¡Gente que puede encontrar trabajo en Alemania o Bélgica! ¡¡Que se vayan de aquí, aquí queremos "chaletes"!! (^o^) 


Bueno, pues en un alarde de inteligencia y concienciación sobre el riesgo de la desinformación entre los jóvenes (que se lo digan a los quintos del "caballo", si no), el Gobierno central ha dicho que hay que recortar de algún lado, y eso ha hecho con el Plan Nacional del SIDA: cortar. Y por lo sano, además.

"¿Y qué, que dejen de dar charlas y condones a los chiquitos en el instituto? Si total, no nos contaban nada nuevo...", eso puede que piensen muchos. Y en cierta forma tiene parte de verdad: hoy en día estamos sobreinformados, por lo que sí sabemos mucho de lo que nos cuentan en las charlas de turno. La cuestión no está en si sabemos o no qué es el SIDA, el VIH, qué consecuencias tienen, qué tratamientos hay y demás. Eso, antes o después, te lo hace estudiar e investigar un profesor de Biología en la ESO, como poco.

No, la cuestión es que una cosa es entrar en Wikipedia, copiar datos y retener alguno en la memoria, y otra muy distinta es el saber y estar concienciado sobre los riesgos que supone el VIH, la dificultad para combatirlo con fármacos existentes, y la improbabilidad de encontrar una cura y una vacuna en un futuro próximo. Pero, por lo visto, eso al Gobierno se la trae flojilla. Total, "tenemos Internet", podemos "buscar ahí lo que queramos". En fin.

¿Que cuánto han recortado? Nada, un tanto por ciento insignificante del 1%. ¿Cómo que a la derecha los ceros sí cuentan? Joé, es que con los recortes que hizo Zapatero en Educación ya no sé ni contar, aunque me pillaran en la Universidad, oiga... Bueno, aquí pone del 100%. Sólo. No se reducen, sino que se retiran por completo los fondos con que subvencionaba el Gobierno a este plan. Esto se traduce en el fin de la campaña de información y concienciación sobre el SIDA (también los actos subvencionados por el Gobierno del día 1 de Diciembre, salvo algo extraordinario, pero, al menos, en los Presupuestos Generales del Estado, hay 0€ para el PNS), pero, también, acaba de raíz con las líneas de investigación sobre el Virus de Inmunodeficiencia Humana (nos aportaban: una posible vacuna y conocimiento sobre los retrovirus) y sobre el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (nos aportaban: conocimiento sobre el desarrollo de las cepas del virus según el comportamiento y la fisiología del huésped y el enfermo, y una posible cura). No sólo eso: también se ha eliminado de los PGE el Plan Nacional de Salud Bucodental. Os habéis coronado.

A  colación de esto, uno de los mayores recortes lo han experimentado las políticas de Investigación, desarrollo e innovación civil (I+D+i), que sufren una bajada 25,6%, hasta 5.633,22 millones. En el caso de la I+D e innovación militar baja un 24,9% y se sitúa en 757,6 millones.

Destaca además el notable recorte que el Gobierno ha aplicado en inversión en programas de investigación, donde ha reducido más de 600 millones de euros, un 34% menos que en 2011.


He empezado con esto porque me ha puesto histérica ver la noticia en el periódico, pero no es lo único. Un recorte del 15'7% en políticas de Servicios Sociales y Promoción Social, fundamentalmente de las partidas destinadas a Inmigración (-54,8%), Familia e Infancia (-42,6%), Mayores (-38,6%), Emigrantes (-23,1%) y violencia de género (-21,3%).   Mientras que otras prestaciones económicas bajan un 11,5%, la gestión y administración de la Seguridad Social experimenta una rebaja del 62,7%.


Se recorta también del Sistema de Autonomía Personal y Atención a la Dependencia (SAAD), un 5'7%, y se elimina el convenio del Gobierno central con las Comunidades Autónomas para permitir un acceso a más recursos (el Estado no dotaba todo el programa, sólo el 50%, y eso lo sigue haciendo, porque, según han dicho, es "obligatorio"; pero ni un céntimo más).

Pese a haber creado una partida en los Presupuestos para cuotas de la SS de cuidadores profesionales de mayores, y otra para mejorar el Apoyo al desarrollo y promoción de las infraestructuras para la Dependencia; el presupuesto de Apoyo a la Ley de Integración Social de Personas con Discapacidad, se reduce en un 19'3%.

Hay más, "tranquilos": la política de vivienda ha sido una de las más castigadas con un recorte del 31,7%. Más del 95% de este presupuesto corresponde a créditos asignados al programa promoción, administración y ayudas para la rehabilitación y acceso a la vivienda. La educación pública se resentirá con un recorte del 21'9% y la partida de Becas y ayudas a los estudiantes se reduce en un 11'6% pese a que el Gobierno aseguró la semana pasada que se iba a mantener el esfuerzo en esta partida.
Mejor paradas que las de Educación han quedado las políticas de Cultura (-15,1%) y Sanidad, cuyo gasto baja un 6,8% y se sitúa en 3.974,6 millones de euros.

En este último caso, la reducción del presupuesto afectará sobre todo a las políticas de salud y ordenación profesional, la partida que más reduce su presupuesto, con un 75% menos. A ella le sigue la destinada a políticas de salud pública, sanidad exterior y calidad, un 45% menos.

También bajan Defensa (8'8%, con 5 mil militares menos que en 2010), Justicia (un 6'3%, aunque Seguridad Ciudadana y Políticas penitenciarias casi mantienen el gasto, con un 0'6% menos), Energía e Industria (32'3%, ya lo notaremos en las facturas), Agricultura, pesca y alimentación (0,8%), mientras comercio, turismo y PYMEs (esos a los que os iban a poner por las nubes porque erais la salvación de nuestro país) experimenta un recorte del 22,5%. El Medio Ambiente, como no podía ser de otra forma en unos presupuestos con Rajoy "el Plastilinas" como presidente, baja un 31%.

Un 38,9% menos convierte el departamento de Asuntos Exteriores y de Cooperación en el Ministerio que más ve reducido sus fondos. El grueso de este recorte se lo llevarán los programas de Cooperación para el Desarrollo (-65,4%).

¿Qué sube? La inversión en Carreteras, después de que la DGT haya dicho que el desgaste continuado y las reformas chapuceras del firme del entramado viario español nos ponen al nivel de 1985; y en Hacienda (+271'6%) Las transferencias a otras administraciones públicas suben un 16,1% y los fondos para el pago de los intereses de la deuda pública crecen un 5,3%.

La Iglesia, que al no sufrir recortes es como si subiese, y la Casa Real, con un recorte de un mísero 2%, son las grandes beneficiadas (junto con otros grupos de poder por todos conocidos) de esos Presupuestos Generales del Estado.

Y mientras tanto, al tiempo que el Gobierno español prevé que con la amnistía fiscal a los defraudadores va a volver aquí todo el dinero del mundo y vamos a ser la releche, el alemán, con Merkel al frente, anuncia una subida salarial en los próximos 2 años del 6'3% a todos sus funcionarios públicos.

Y éste es el país que un día gobernó medio mundo, señores.

Los hombres de mi vida

Puedo decir orgullosa (los motivos pueden parecer o no válidos a ojos de quién sea, pero así es) que tengo algo así como 3 "hombres de mi vida". Los tres han representado papeles importantísimos en mi vida, en mi desarrollo, en mi crecimiento y mi formación.

El más importante, por ser su papel el más notorio, es, obviamente, mi padre.
Por mi tamaño, creo que el verano de 1993
Mi padre y mi madre me dieron la vida, y a ellos se la debo. Tal vez por eso, y pese a las críticas que le llueven de unos y otros, y que comprendo en muchos casos, adoro a mi padre. Tiene sus defectos y el que sea mi padre no se los quita, pero mi amor por él es prácticamente incondicional. Haga lo que haga, y como lo haga, lo quiero. A él le debo mi interés por los idiomas, mi espíritu libre y mi "culo inquieto". A su familia el interés por la pintura y el arte. También mi pasión por los deportes, y por la naturaleza. A mis padres les debo mucho, muchísimo, por ser modelos a seguir a veces y advertencias de las consecuencias de mis actos en otros. Él, para mí, era como Superman, pero más fuerte, rápido y astuto; era sólo la imagen que tenía de él, pero me hizo feliz durante mucho tiempo pensarle así.

Siempre me dicen que me parezco mucho a él, y me gusta, parecerme y que me lo digan. Porque él es un hombre muy guapo, y eso significa que yo lo soy :), y porque sé de dónde vengo.

De mi padre recuerdo muchas cosas, no todas buenas, pero sí muchas. Cuando dormía la siesta, siendo muy pequeñita, encima de él en el sofá; los viajes que hemos hecho juntos, el que me subiese a hombros e hiciese como que iba a caerme, las pedorretas en la barriga cuando nos arropaba por las noches, el día que me tiré a la piscina sin manguitos y aprendí forzosamente a nadar... Imágenes, como diapositivas, como spots de mi vida, que pasan por mi mente cuando pienso en él. Pese a los enfados de una y otra parte que hemos tenido a lo largo de los años, cuando pienso en mi padre siempre lo hago con cariño.

Hace un par de semanas estuve con mi hermana en una asamblea sobre el medio ambiente. Él, junto con otros vecinos de La Murada, su pueblo, ha creado una asociación de afectados por temas de enterramientos ilegales de basura en fincas privadas (un día hablaré de esto). Escucharlo hablar me hizo sentir muy orgullosa de él, máxime cuando lo hace sin ánimo de lucro, ya que todo el curro que eso le lleva lo hace por la causa, sin beneficio. Me invitó a hablar, dándome pie con un "si alguien quiere hablar luego sobre este tema... (bacterias aerófilas)", sobre lo que conozco, demostrando mis conocimientos e hinchiéndolo de orgullo. Me encantó cómo me sentí en ese momento, esa conexión con él entre iguales, al mismo nivel, entre adultos. Me hizo sentir una nueva faceta de nuestra relación que nunca había contemplado.

Podría escribir algo muy emotivo con las cosas que por él siento, los pensamientos que me suscita... Algo como un poema, pero en prosa; pero no lo haré. A ambos nos cuesta abrirnos en ese sentido, pero creo que cuando nos miramos a los ojos, papá, ya está todo dicho.

El segundo es mi abuelo.
Abril/Mayo 1992
Mis padres se separaron teniendo mi hermana y yo tres añitos, más o menos. Siempre hemos vivido con mi madre, en Dolores (mi pueblo), y, allí, con toda la familia materna: abuelos, tíos y primos. Mi madre trabajaba a turnos en el Hospital, y a veces tenía guardias nocturnas o turnos de 24 horas. Esos días nosotras los pasábamos en casa de mis abuelos. Mi madre nos dejaba allí sabiendo que no íbamos a estar mejor en ningún otro sitio. Mi abuela siempre se deshacía en atenciones, cosa que sigue haciendo, y mimos, mientras que mi abuelo siempre ha sido más arisco, por decirlo de alguna manera.

Cuando era pequeña siempre veía a mi abuelo como alguien autoritario, duro, algo cascarrabias. Mi madre nos cuenta que de niñas, mi hermana y yo le decíamos "Mamá, ¿el abuelo no nos quiere? No nos da besos en la cara, nos los da sólo en la frente". No era así, pero eso lo supe después, siendo ya más mayor, cuando mi abuela me dijo que los días que dormíamos allí, mi abuelo se despertaba a ratos y se sentaba en la habitación, entre la cama de mi hermana y la mía, nos decía cuánto nos quería y nos daba un beso a cada una, con cuidado de no despertarnos.

Él fue quien me enseñó a jugar al ajedrez, a las cartas. El que me inculcó la importancia de los valores y el respeto a los otros. Él, que antes era ese hombre duro (en mi mente) como el acero, ahora casi necesita babero cuando nos oye hablar de la universidad a mi hermana o a mí; no deja que otro se siente a su lado en Nochebuena, porque ése es mi sitio, y nos pasamos la cena riéndonos entre nosotros.

Abril 2012 - Jueves Santo
Ahora, que ya es más mayor, sí me deja darle besos, y abrazos, y casi me los pide con esos ojillos brillantes cuando me ve entrar en su casa. Me llama vasca porque me vine a vivir a Bilbao, y él tuvo claro desde el principio que aunque le doliese tenerme lejos, si era por mi futuro, estaba bien. No lloró nunca porque me fuera: sabía que cuando volviese él sería el primero en oírme qué tal había ido todo, y qué nuevos proyectos hay en mi trabajo. Lo quiero, diría que sin condiciones ni peros, pero es que no los hay, así que huelga decirlo. Siempre, cuando hablo de él con gente que no lo conoce, digo "Tendrías que conocer a mi abuelo... Todo el mundo tendría que conocerlos, a él y a mi abuela". Lo quiero tanto que no encuentro la manera de explicároslo y que sea real.

El tercero, y que tal vez alguno piense que no tengo razones, es Paco, la pareja de mi madre hace ya casi 11 años.

Abril 2012 - Viernes Santo
Tardamos unos 2 años o 3 en conocerlo y reconocerlo como el novio de mi madre. Él era la risa grave que a veces subía por la escalera cuando mi madre invitaba a algunos amigos a cenar en casa, con un coro de risas más débiles detrás; pero no lo habíamos visto, siquiera.

Es un hombre bueno, muy bueno. De esos que ya apenas quedan. Generoso, sincero, de principios firmes e ideas claras. Se conoce bien, sabe sus virtudes y defectos, y dónde están sus límites (aunque saltase la acequia para ir a por limones y eso le revelase otro límite más, jajajajaja). Es un hombre en el que se puede confiar, y en el que confío plenamente. No tiene un título universitario, y sin embargo es mucho más inteligente de lo que muchos titulados son; a él la vida no se la enseñaron en libros, sino con hechos. Es otro de los alumnos de la "Universidad de la Vida".

Tengo la suerte de poder hablar de sus hijos como mis hermanos, y quererlos como tales.

Recuerdo que al principio recelaba un poco de él. Era una niña, y veía como una amenaza a la figura de mi padre la aparición de Paco en mi vida. No fue así. Jamás. Siempre ha tenido claro cuál es su relación conmigo y mi hermana. Aún así, puedo decir que la relación que me vincula a él es tan fuerte como podría serla compartiendo sangre y genes. Nunca sustituirá a mi padre en ningún aspecto, pero lo complementa por completo. Lo quiero muchísimo, y tengo mucho que agradecerle, tanto por mí, como por mi hermana y mi madre. Es, en una palabra, seguridad. Su sonrisa cálida y su voz grave han hecho más llevaderos muchos tragos difíciles estos dos últimos años. Las conversaciones entre nosotros son algo que no olvidaré nunca.

Lo admiro, lo respeto y lo quiero.

Podría pasar horas hablando de cualquiera de ellos tres, de mi relación con ellos, de los detalles de sus personas, y no me cansaría. Sé que mientras vivan tendré tres referentes, y siempre tres manos dispuestas a ayudar o darme un abrazo. A los tres, feliz día del Padre, y gracias.

De mentiras y responsabilidades.

Desde que el PP ganó las pasadas elecciones generales el 20 de noviembre, no pasa una semana sin que nos llevemos, al menos, un par de sorpresas.

Rajoy se cubrió de gloria nombrando a algunas personas polémicas para ponerlas al frente de varios de sus ministerios. Por ejemplo, el "iluminado" Ignacio Wert que casi cada día nos regala alguna joya sobre temas bien variados. Ya puede manifestarse sobre el deporte y el “problema que tenemos en España con el dopaje”, sobre las violentas e ilegales protestas que esta pasada semana tuvieron lugar en Valencia con la juventud del IES Luís Vives, o sobre cómo “La educación pública ha dejado de contribuir a la sociedad”. Y estas manifestaciones las realiza el Ministro de Cultura, Educación y Deporte. Sin palabras.

Además, para acabar de acotar su perfil y que nadie dudase de qué pie cojea, declaró que “la incorporación de las mujeres al mundo laboral incide negativamente en las familias”. Otra perla machista y misógina del ministro que pasa ante nuestras narices sin que nadie le enmiende la plana.

No voy a insistir en la sarta de mentiras con las que el PP llegó al poder, puesto que ya son conocidas; pero sí voy a incidir en cómo, al parecer, cuestionan la inteligencia de la ciudadanía en general y en todos los sentidos.

Nos imponen una reforma laboral socavando la esencia de las relaciones laborales que es la negociación colectiva. Además de instaurar el despido libre (perdón, el contrato indefinido con un año de período de prueba), generaliza el contrato a tiempo parcial que, como sabemos, es el utilizado mayoritariamente para contratar mujeres, entre otras sorpresas. Con la excusa de favorecer la creación de empleo ha impuesto una reforma laboral que, además tiene tintes inconstitucionales y que ya ha sacado a la gente a la calle en masa cuando no llevan gobernando más que dos meses.

Niegan siempre la mayor echando las culpas de todos los males al resto de la humanidad. Y hemos de recordar que en su discurso de investidura Rajoy prometió no mirar hacia atrás. Pero bueno... Si a alguien le sorprende a estas alturas que un alto cargo del PP se desdiga, que me diga en qué agujero ha pasado estos últimos 30 años.

No obstante, y dado que éste es un tema sin doblez, sigamos…

En este recorrido quiero hacer una parada en mi tierra, la castigada Comunidad Valenciana. Castigada por los derroches que en su día han realizado los gobernantes del PP. Ahora, el presidente Alberto Fabra (que como hemos de recordar fue nombrado a dedo tras la dimisión de Camps) nos dice que “no ha habido recortes en la educación valenciana más que recortando los sueldos del personal docente”. Hay que fastidiarse con la mentira que nos quiere colar este hombre... Me pregunto, ¿la deuda que se tenía con los centros docentes de primaria y secundaria tanto públicos como concertados, para mantenimiento de los centros y que ha dejado sin papel para fotocopias, sin calefacción, e incluso sin papel higiénico a muchos centros, es consecuencia de... Qué?

En el Parlament de la millor terra del món se han vuelto a instalar en su teoría "conspiranoica" pese a tener mayorías absolutas en sus gobiernos, y todo aquello que les huele a progresismo, a protesta, a distancia de su pensamiento único, tienen que tratar de reprimirlo como lo hicieron con los jóvenes que salieron a la calle a protestar por la falta de recursos en su centro, el IES Luís Vives de Valencia.

Pero además imponen medidas draconianas, tanto desde el gobierno de Rajoy como desde los gobiernos autonómicos, cebándose siempre en la clase trabajadora.

No proponen recortar partidas para eliminar beneficios de las grandes fortunas personales o empresariales. No proponen eliminar partidas de financiación a la iglesia católica como lo han hecho con los sindicatos o los partidos políticos. No, esos temas son intocables. Y sólo con la reducción del dinero que se le da a la Iglesia, seguramente se podía mantener la calidad en la sanidad pública que teníamos hace unos años. Pero no, a la Iglesia católica ni tocarla, puesto que los de faldas largas y negras desde sus confesionarios, desde sus púlpitos y desde los colegios concertados, que se construyen y mantienen en gran parte con fondos públicos, les hacen el trabajo de adoctrinamiento de los actuales y futuros votantes, en detrimento de la libertad de expresión y, sobre todo, de pensamiento.

La mezquindad con que se están comportando en estos momentos quienes nos gobiernan no tiene parangón. Hablan de gobiernos responsables. ¿Responsables de qué tienen que ser? ¿Responsables de qué, están siendo?

Responsables de empobrecer a la ciudadanía para enriquecer a sus votantes más "a-preciados".

Responsables de aumentar la distancia entre quienes más tienen (que son quienes nos han llevado a esta crisis) y quienes seguimos empobreciéndonos cada día (que somos quienes la estamos pagando).
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Responsables del deterioro de los servicios públicos que, precisamente por ser públicos, son agentes de redistribución de la riqueza entre la ciudadanía.

Responsables de aumentar las desigualdades entre mujeres y hombres en todos los sentidos, puesto que no hacen políticas igualitarias, sólo son capaces de vender humo para cubrir los expedientes como lo hace Fabra en sus declaraciones al hilo de los planes de igualdad en las empresas, cuando al mismo tiempo reducen los recursos para que esos planes se elaboren en condiciones.

Responsables también de reducir los recursos específicos para atender mujeres víctimas de terrorismo machista (porque eso es terrorismo también, señores, no sólo poner bombas), o de evitar a toda costa y con adoctrinamiento previo el que las mujeres podamos decidir sobre nuestro propio cuerpo y sobre nuestra maternidad.

Responsables de provocar un enfado generalizado entre quienes no les votamos, al despreciar las bases elementales de la democracia, donde la diferencia de opiniones debe ser un elemento que sume para crecer como sociedad y no un elemento al que se desprecia sistemáticamente por no comulgar con sus pautas.

Responsables de ver cómo por su falta de ética, nuestra juventud pierde sus esperanzas de estudiar, investigar o buscar un futuro digno y en condiciones al no crear situaciones estimulantes que den lugar a una educación en valores plurales, igualitarios y a unas condiciones de trabajo que permitan que esa juventud pueda proyectar su vida en condiciones óptimas, y rentabilizar así en su tierra el esfuerzo que esa tierra hace por formarlos.

Son responsables de que todo esto pase en España hoy, y tienen el valor (y no así la vergüenza) de seguir hablando de la necesidad existente de que haya gobiernos responsables para salir de la crisis.

¿Los que gobernando son responsables de todo eso, son gobiernos responsables? Porque si es así, la traducción que yo hago del político al español es que "Gobiernos responsables" significa en plebeyo "Gobiernos que no gobiernan para las personas que les otorgan el poder y, sin embargo sí lo hacen para el capital que se lo quita".

Después, nos acusan a quienes pensamos y actuamos de forma diferente de ser violentos, sin valorar el grado de enfado al que nos han llevado con sus mentiras, despilfarros, intereses y con esa sutil pero eficaz estrategia de la imposición del miedo como elemento de sumisión de la ciudadanía.

Pues, muy señores míos, la ciudadanía está (estamos) harta de sus mentiras, enriquecimientos ilícitos, corruptelas, autoritarismos, etc. Algunas personas ni les votamos entonces, ni les votaremos nunca, puesto que representan ustedes la peor cara de la democracia. Representan la manzana podrida que puede envenenar a un sistema con muchas posibilidades. Representan a ese chivato en el equipo que le dice al entrenador que no han corrido para calentar mientras él fue al baño. Representan la sumisión ajena por medio del miedo a los poderes fácticos que ustedes conforman. Representan esa sombra negra que oscureció nuestro país durante 40 largos años de voz de pito en el NO-DO. Representan, sencillamente, la irresponsabilidad, la ignorancia, la indiferencia, el autoritarismo.

No olviden, sin embargo, que somos más. Que fuimos nosotros (parte) quienes les dieron la palabra y les otorgaron el "turno". No olviden que el poder en la democracia nace y reside en el pueblo, en las personas. Y si olvidan, lean algo sobre Islandia, señores, no vaya a ser que se vean dando con los huesos en la cárcel y no sepan por qué.

Azúcar-gas

Recientemente, unos pioneros, procedentes de un equipo de investigación de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (mi universidad) dirigido por Emilio José Cocinero, han conseguido acercarnos un poquito más al conocimiento del origen de la vida. ¿Cómo? Gracias a un azúcar, la ribosa.

Los azúcares tienen un enorme interés bioquímico debido a la importancia y diversidad de las funciones que desempeñan: sirven de almacenes de energía y son el combustible de varios sistemas biológicos; forman parte del ADN y del ácido ribonucleico (ARN) y además juegan un papel clave en los procesos celulares. Sin embargo, recientemente, el interés de los azúcares también se ha acrecentado en la cosmoquímica, más en concreto, en la búsqueda de material fundamental para el origen de la vida en el espacio interestelar. Hallar ese material fundamental ayudaría también a comprender cuál fue el mecanismo del origen de la vida en la Tierra. Los azúcares más elementales, de 2 y 3 unidades de carbono, ya han sido encontrados en nubes y meteoritos. Sin embargo, no ha sido posible la detección de azúcares más complejos en el espacio debido a la ausencia de información precisa sobre su estructura. Y esa información la deben proporcionar los laboratorios de investigación. (Esto viene a decir, resumiendo, que no se sabe si se encuentran o no azúcares complejos, que pueden ser indicios de vida, en las muestras espaciales que tenemos, porque no se conoce el "aspecto", la estructura, de los susodichos).

Muchos eran los grupos en el mundo en la carrera por detectar el primer azúcar en fase gas utilizando técnicas en alta resolución. Los problemas surgían al intentar vaporizarlo debido a las inestabilidades térmicas provocadas por la pérdida de agua. "Sólo si evitas los procesos de descomposición por deshidratación y consigues aislar el azúcar, sorteando así las alteraciones producidas por las moléculas vecinas, estarás en disposición de caracterizar su estructura", explica Emilio José Cocinero, investigador del Departamento de Química Física de la UPV/EHU. Con su último estudio se han convertido en los primeros en el mundo que han logrado observar un azúcar, la ribosa, en fase gas, y caracterizar varias de sus estructuras. El artículo Ribose Found in the Gas Phase, que publica la revista Angewandte Chemie International Edition, ocupará la portada del número de abril y ha sido destacado en la versión on-line. Esta publicación tiene un índice de impacto del 12.730, lo que la convierte en la más importante en el área de Química.

La investigación dirigida por Cocinero ha contado con la participación de Patricia Écija, Francisco José Basterretxea, José Andrés Fernández y Fernando Castaño, de la UPV/EHU, y la colaboración de Alberto Lesarri, de la Universidad de Valladolid, y de Jens-Uwe Grabow, de la Universidad de Hannover (Alemania) y ha sido realizada íntegramente con un equipo construido en la Universidad del País Vasco. En concreto, para observar la ribosa en fase gas han utilizado espectroscopía de microondas combinada con vaporización láser ultrarrápida con luz ultravioleta. No sólo la han aislado y observado, sino que también han detectado y caracterizado seis estructuras diferentes de la ribosa. "Los azúcares son moléculas super flexibles que pueden adoptar muchas y muy diferentes configuraciones. Nosotros hemos conseguido detectar las seis estructuras más estables de la ribosa libre", explica el investigador.

Sin embargo, todas las estructuras detectadas presentan ciclos de seis miembros, es decir, se trata de estructuras muy diferentes a las que presentan la ribosa y sus derivados en el ARN o en el ADN, donde aparece en ciclos de cinco miembros. "Como el material genético tiene una configuración diferente, es poco probable que los primeros seres vivos contuvieran ribosa. La inestabilidad térmica y la preferencia por anillos de 6 miembros parecen excluir la posibilidad que los primeros materiales genéticos estuvieran formados por este azúcar", concluye Emilio José Cocinero. Una vez abierta la puerta de como poder estudiar los azúcares en fase gas, será más "fácil" obtener información sobre el papel de los azúcares en los primeros seres vivos, aunque en este caso la información haya sido el descarte.

Sólo queda cabida en este artículo para un apunte mío. Bueno, para dos. El primero es mi más sincera enhorabuena a todo el equipo de investigación, en especial al ya citado Emilio José Cocinero, por su gran aportación a la Química física, a nuestro saber acerca del origen de la vida y al acervo del conocimiento humano en general; así como por su aparición en la portada de la Angewandte Chemie IE.

El segundo, dirigido a grandes empresarios, instituciones públicas, gobiernos varios, gente a la que le toca la lotería y no sabe qué hacer con el dinero, y a los ricos de siempre que se hayan cansado de acumular fortuna y decidan que pueden invertir en algo ÚTIL PARA LA HUMANIDAD, y no en ladrillos como es costumbre; desde la humildad de mi posición y mi persona, os digo/pido/suplico/aconsejo:

España es un país con un sistema educativo que, si bien imperfecto, aglutina muchos elementos de gran valor. Entre ellos la gran dedicación, que muchas veces he reiterado aquí, de tantos y tantos profesores que lo conforman. Gracias a esos profesores, al resto de elementos, y, obviamente, al GASTO PÚBLICO en Educación, nuestro país es hoy uno de los mejores productores de mano de obra cualificada del mundo. No sólo por la alta tasa de titulados entre sus ciudadanos, especialmente entre los jóvenes, sino por la calidad de sus títulos, y, por supuesto, de su formación. No obstante, esto no es suficiente. ¿De qué nos sirve esto, si después dejamos que toda nuestra inversión escape, si la empujamos nosotros a marcharse? De nada. Bueno, realmente de mucho, porque esos investigadores, al contrario que en este país, son altamente apreciados y reconocidos en el extranjero, y eso hace que se les brinden multitud de oportunidades y se les permita realizar descubrimientos y avances como el del artículo que nos ocupa. Pero hablando corporativamente, de economía, de nada.

Es como si te gastas 300.000€ en un Lamborghini, y a pesar de ser tú quien lo mantiene y le pone gasolina, dejas que lo conduzcan todos tus vecinos, y tú no lo conduces. ¿Te sirve de algo la inversión? NO.

Por eso, de nuevo, os digo/pido/suplico/aconsejo, lo siguiente: invertid en investigación. Da igual en el campo que queráis invertir, en todos queda mucho por hacer, pero hacedlo. Es una industria de futuro, que reporta beneficios que al final os repercutirán, antes o después, a vosotros o a seres allegados a vosotros, de una forma u otra. Pero que, además, no sólo os beneficiará a vosotros, sino a todos nosotros, y al país como entidad, que sé que es algo que a muchos les importa. Dad a vuestro país la oportunidad de salir en los libros de Historia en la sección de ciencias más allá de Severo Ochoa, Ramón y Cajal o Miguel Servet.

Por favor, no hagáis que nos tengamos que ir a donde a Newton le cayó la manzana, o a donde Franklin inventó el pararrayos o las lentes bifocales. Dejadnos investigar en casa. Dadnos la oportunidad de prosperar como vosotros lo habéis hecho. Prometemos, al igual que la vida es capaz de desarrollarse allá donde le den un mínimo cuartel, ser dignos de vuestra inversión y dar resultados siempre que sea posible; dejarnos la piel y las canas trabajando horas, días y meses sin prácticamente ningún descanso, y seguir agradecidos por ello.

El Bosco, Rafael Alberti.



El Diablo hocicudo,
ojipelambrudo,
cornicapricudo,
perniculimbrudo
y rabudo,
zorrea,
pajarea,
mosquiconejea,
humea,
ventea,
peditrompetea
por un embudo.

Amar y danzar,
beber y saltar,
cantar y reír,
oler y tocar,
comer, fornicar,
dormir y dormir,
llorar y llorar.

Mandroque, mandroque,
diablo palitroque,

¡Pío, pío, pío!
Cabalgo y me río,
me monto en un gallo
y en un puercoespín,
en burro, en caballo,
en camello, en oso,
en rana, en raposo
y en un cornetín.

Verijo, verijo,
diablo garavijo.

¡Amor hortelano,
desnudo, oh verano!
Jardín del Amor.
En un pie el manzano
y en cuatro la flor.
(Y sus amadores,
céfiros y flores
y aves por el ano.)

Virojo, pirojo,
diablo trampantojo.

El diablo liebre,
tiebre,
notiebre,
sepilipitiebre,
y su comitiva
chiva,
estiva,
sipilipitriva,
cala,
empala,
desala,
traspala,
apuñala
con su lavativa.

Barrigas, narices,
lagartos, lombrices,
delfines volantes,
orejas rodantes,
ojos boquiabiertos,
escobas perdidas,
barcas aturdidas,
vómitos, heridas,
muertos.

Predica, predica,
diablo pilindrica.

Saltan escaleras,
corren tapaderas,
revientan calderas.
En los orinales
letales, mortales,
los más infernales
pingajos, zancajos,
tristes espantajos
finales.

Guadaña, guadaña,
diablo telaraña.

El beleño,
el sueño,
el impuro,
oscuro,
seguro
botín,
el llanto,
el espanto
y el diente
crujiente
sin fin.

Pintor en desvelo:
tu paleta vuela al cielo,
y en un cuerno,
tu pincel baja al infierno.

                                                   Rafael Alberti


Si alguien conoce un comentario mejor sobre el Jardín de las Delicias de El Bosco, que me lo diga.

Se lo dedico hoy, en su 20 cumpleaños, a Julia Cámara (El Paritorio 2.0), compañera de una de las mayores y mejores experiencias de mi vida, la Ruta Ibérica; gran amiga, apasionada de la Historia y las palabras. Porque no todo está inventado, y aún quedan muchas cosas por decir que nadie nunca se ha atrevido, y sé que tú dirás algunas de ellas, te dejo a Alberti y sus invenciones.